la idea es cortar en pedazos el cuerpo del difunto y depositarlo en lo alto de una montaña para que sea devorado por aves de rapiña. Estuvo prohibido durante un tiempo, pero resurgió en los años 80.
la tribu yanomamö atribuye la muerte a maniobras de chamanes y demonios; por eso crema los cuerpos inmediatamente. Un año después, los familiares toman la ceniza en una sopa para transportar el alma hacia el paraíso.