Durante los 6 años que estuve viviendo en Harbin, experimenté una impresión que fue hermosa y extraña a la vez. En el mapa, Harbin se parece a un octógono de gran tamaño, donde es difícil encontrar un lugar, ya que tanto los edificios como las calles no se edifican en sentido sur-norte o este-oeste. Por lo tanto, resulta vano si uno quiere encontrar una carretera recta tal como la avenida Chang’an de Beijing.
Harbin cuenta con una historia no muy larga. No obstante, ha sido una ciudad muy animada desde hace muchos años, pues la historia del último siglo está impregnada en los edificios emblemáticos. En los años 20 y 30, fue conocida como la “Pequeña París de Oriente” y el “Moscú de Oriente”, debido a que en aquella época, no había ninguna ciudad de China donde habitaban tantos extranjeros. Por lo tanto, hoy en día, podemos ver el gran catedral Sofía cerca de los Grandes Almacenes N.° 1 de Harbin entre los numerosos edificios modernos, así como construcciones góticas y de arquitectura europea en muchos lugares. Asimismo, también se pueden ver hileras de edificios bajos de ladrillos rojos construidos en los años 50 y 60 en muchas partes, donde se captó la situación que reinaba en la época de la revolución cultural para el rodaje de los teledramas basados en las novelas de Liang Xiaosheng titulados Anillo anual y Ciudad nevad.
Harbin es hermosa, sobre todo en verano. A las orillas del río Songhua siempre hay mucha gente, pese a que las aguas despiden un olor desagradable de pescado.
Tanto en las orillas del río como en la gran avenida central adoquina construida por los rusos, se puede ver por doquier a muchachas lindas vestidas de moda. Muchos sureños dicen que Harbin es una ciudad de moda, mientras otros indican bromeando que se pueden ver a vestimentas recién diseñadas de Shenzhen y Dalian en los harbineses, y que cuando aquí ya pasan de moda, se ven en la gente de Beijing y de Guangzhou. Quizás se trate de una simple broma, aunque los atavíos de los harbineses están muy de moda. Si encima se le añade la hermosura de las muchachas de Harbin, esta ciudad es aún más hermosa.
A los harbineses les gustan ataviarse, así como también muestran un interés por degustar manjares deliciosos. Pese a que se encuentra en el norte de China, aquí se pueden degustar platos exquisitos del sur. Al llegar al verano, sin importar dondequiera que esté, se puede ver a gente que come y bebe opíparamente en la intemperie. Se dice que Harbin no solamente fue el primer lugar en producir cerveza en China (ya tiene una historia de más de cien años), sino que es la ciudad que consume la mayor cantidad de esta bebida.
Los harbineses no son tan ricos como los cantoneses y los shanghaineses, pero a dondequiera que vayan, lucen lo rico y lo ostentoso. Tal vez, los cantoneses no dejan ver su riqueza por apariencia, guardando su dinero en el bolsillo. Al contrario, los harbineses muestran sus riquezas en su apariencia, en los vestidos y las comidas, aunque no tengan mucho dinero.
La sensación que dejan los harbineses es algo compleja. Algunos creen que los harbineses son muy generosos y tolerantes, otros piensan que son muy sumisos al esnobismo y lanzan palabras huecas. A mi parecer, es muy agradable hacerse amigo con los harbineses, ya que al menos conservan el temperamento hospitalario, que es cada vez menos visto en las metrópolis.