Los dos mejores tenistas del mundo se unieron en Madrid para luchar contra la pobreza infantil. Nadal y Federer se lo pasaron en grande y deleitaron a una repleta Caja Mágica de una exhibición digna de dos de las mejores raquetas de la historia.
Con un telonero del nivel de David Bisbal, que calentó de lo lindo los prolegómenos con un concierto marca de la casa, es difícil no dar espectáculo. La entrada de los dos tenistas al recinto capitalino fue de esos que no se olvidan. Los 11.442 aficionados puestos en pie ovacionaron al español y al suizo como las leyendas que son.
El partido, que parecía lo de menos, acabó siendo el broche perfecto para una día mágico. Desde el primer punto quedó claro que, tanto el español como el suizo, se iban a tomar muy en serio el choque. La falta de ritmo de los dos provocó errores en los primeros juegos que no tardaron en terminar ante el enorme talento sobre el 'greenset' de la Caja Mágica.
La tensión subía por momentos hasta llegar a su punto más alto en el 'tie break'. Con el público madrileño entregado, el tenista balear acabó apuntándose la primera manga por 7-6 después de subir un peldaño su juego en la muerte súbita.
El ambiente en la grada era espectacular. Todo Madrid se volcó con la infancia. En la central se reunieron nada más y nada menos que (entre otros) la reina doña Sofía, los príncipes de Asturias con sus hijos, las infantas Cristina y Elena, el alcalde de Madrid, Alberto Ruíz Gallardón, Mariano Rajoy, y numerosos 'famosos' del panorama español.
Hacia el tercer set
La gente quería más tenis y Federer no defraudó. El suizo rompió pronto el servicio de Nadal en la segundo manga y acabó apuntándose el segundo set casi por inercia ante un número uno del mundo al que tampoco le importó demasiado marcharse al set decisivo.
Aunque sea un partido amistoso y benéfico a Rafa nunca le gusta perder -y menos delante de su público- y sacó su mejor tenis en la tercera manga. Dominó desde el fondo con su derecha y acabó con la resistencia suiza por un contundente 6-1. El partido era para Nadal, pero lo que está claro es que los dos se lo pasaron como niños.
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