Bei Bei ya puede ir a la guardería lo cual es un alivio para sus padres. Sin embargo, con ello surgió otro inconveniente: ¿Quién lo lleva y quién lo recoge? Su casa se ubica en Tongzhou, en el este de Beijing, y su centro laboral está en el oeste de la ciudad. Cada día, necesitan al menos una hora para ir a trabajar y el tiempo no es suficiente para dejar al niño y buscarlo a la salida.

No obstante, para todo problema siempre hay una solución. Después de meditar los pro y los contra, la familia decidió mudarse. La idea era rentar su vivienda en Tongzhou y alquilar otra cerca del trabajo, y de esta manera Bei Bei podía ir a un jardín infantil cercano. Sin embargo, la guardería queda en el centro de la ciudad y los alquileres son muy altos. La renta de su casa solo les dio para una pequeña y antigua vivienda. Xiao Zhang recuerda con nostalgia las amplias habitaciones llenas de luz de su antigua residencia.

“Esa es la situación real de mi familia”, dijo sonriente Xiao Zhang. “Ahora, los problemas se han solucionado, pero si tengo otro bebé, volverán. Mi hijo solo tiene dos años y por el momento no hemos considerado la compra de una vivienda en el distrito escolar o las clases extras. Con nuestro nivel de ingresos, no estamos en condiciones de tener un segundo bebé”.

La situación de Xiao Zhang es claro ejemplo de los desafíos que enfrentan las familias de primera generación que viven en Beijing, lejos de su pueblo natal y de sus familias, con limitados recursos económicos y la fatiga de la rutina diaria a cuestas. En estas condiciones, criar un niño es de por sí difícil, por eso pese a que existe la voluntad y el deseo de tener un segundo hijo, la realidad de las cosas no lo permite.

“Quizá cuando Bei Bei sea adulto, pueda elegir libremente cuántos hijos tener y cuando lo haga lo ayudaré a cuidarlos”, sostuvo Xiao Zhang.

 

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