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| spanish.china.org.cn | 25. 12. 2014 | Editor: Eva Yu | ![]() |
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Debido a la influencia del budismo, el funeral no es una ceremonia muy importante para los tibetanos. Los budistas creen que la muerte es el comienzo de la siguiente vida o la liberación de los sufrimientos, por tanto, no es un motivo de tristeza. Sin embargo, la religión aborigen tibetana cree que el espíritu se separa del cuerpo tras la muerte, por eso, se necesita un rito especial para unir los dos y muchas veces, se utiliza el vino para llevar acabo el rito. Primero, con una taza de vino, encuentran el espíritu y con tres tazas, lo tranquilizan. Luego, con tres tazas más, terminan la unión.
La búsqueda del espíritu con el vino simboliza la atracción de la vida feliz y el vino simboliza el elemento básico de la vida. Aunque esas tradiciones se han perdido en los servicios funerarios modernos tibetanos, el vino sigue siendo importante. Durante el entierro celestial, los familiares del difunto deben preparar vino para los profesionales. Los tibetanos de la región Jiarong preparan el vino para atender a los dioses y al terminar el funeral, toda la familia se reúne para compartir los recuerdos del difunto, junto al vino.
Los tibetanos toman el vino de cebada como una forma de celebración durante el año nuevo tibetano. El día de año nuevo, las amas de casa llevan a cada uno de los familiares una mezcla de vino de cebada con azúcar morena, leche, tsampa y nueces para que la tomen antes de levantarse. Ese acto simboliza la prosperidad del año nuevo. Generalmente, los tibetanos no se visitan durante el día del año nuevo, sino que se reúnen entre familiares para compartir junto al vino de cebada y el té con mantequilla. Al día siguiente, recién salen de la casa a visitar a familiares y amigos. En la región tibetana de Jiarong, toda la aldea se junta para compartir el vino durante 5 días. Bailan junta a la fogata para dar la bienvenida al nuevo año.
Los tibetanos cuentan con muchas fiestas, por ejemplo, la fiesta de la linterna (primer mes del calendario lunar), la fiesta del yogur (sexto mes), la fiesta de los frutos (séptimo mes) y la fiesta del baño (séptimo mes). La gente se acostumbra a celebrarlas con vino. Los días más relajados para tomar son la fiesta Zhuanshanhui que cae el octavo día del cuarto mes en Kangding y la fiesta Guanglinka durante el verano en Lhasa. Para esas fechas, los tibetanos instalan carpas blancas en el pasto o al lado de un riachuelo. Beben, cantan mientras disfrutan la agradable primavera.
La celebración más representativa para beber el vino es el baile junto a la fogata. Los jóvenes tibetanos hacen un círculo y al medio se instala una mesa para colocar varios jarrones de vino de cebada. Los hombres y las mujeres bailan en turnos y de vez en cuando, van al centro a tomar una taza de vino. Esta actividad puede durar toda la noche.
Aunque el té es una bebida imprescindible para los tibetanos, los que viven en la región de Heishui lo reemplazan por el vino. Toman el vino de cebada para acompañar el tsampa y cuando comen pan, también toman vino para matar la sed. Hasta remojan la papa asada en el vino antes de comerla.
En la zona oeste de la región tibetana, existe un tipo de vino muy particular. Durante las fiestas y las reuniones familiares importantes, el anfitrión hierve una olla de agua y la mantiene caliente al lado de la fogata. Luego, acerca una jarra de cebada fermentada a la fogata y pone dos bombillas. Cuando están todos los invitados, el anfitrión invita a la persona de edad más avanzada a sentarse frente a la jarra, y éste se encarga de rezar y con la mano, tira un poco de vino hacia todos lados. Luego, otra persona mayor se sienta a su lado y los dos comienzan a tomar el vino de la jarra con las bombillas. El anfitrión se pone a su lado y, lentamente, echa agua caliente en la jarra. El agua pasa por la cebada fermentada y cuando llega al fondo de la jarra, se convierte en vino. Las bombillas llegan hasta el fondo, por lo que toman el vino sin ingerir la cebada.
El turno sigue según la edad mientras el anfitrión no para de echar agua en el jarrón. En general, los que terminan de beber salen del puesto para que los otros sigan. Finalmente, hasta los niños de dos o tres años toman unos sorbitos. Cuando termina una ronda, comienza la otra, hasta que el vino no tiene más sabor. Todos los participantes beben por lo menos en tres turnos antes de irse. Si no, se considera una falta de educación.
Generalmente, esa actividad se realiza en un grupo grande. Como mínimo, participan unas treinta personas y a veces, superan las cien personas. Las tres rondas pueden demorar dos o tres días. Durante el proceso, los que no están tomando bailan alrededor de la fogata. Cuando se cansan, es su turno de beber. Cuando terminan de beber, siguen bailando. De allí percibimos la importancia del vino y el baile en la cultura tibetana.
En algunas zonas tibetanas, sólo ponen una bombilla en el jarrón, el cual pasa de mano a mano para que toda la comunidad comparta el vino. También hay lugares donde ponen varias bombillas, de manera que todos pueden disfrutar al mismo tiempo.
Las canciones del brindis son otra característica tibetana. En las ocasiones importantes, tales como los matrimonios y las reuniones de la comunidad, antes de hacer el brindis, hay que cantar. Generalmente, las canciones son improvisadas. Tratan de enviar buenos deseos y buena suerte. A los tibetanos les gusta usar la metáfora para expresar los sentimientos, por ejemplo, en una canción dice:
¿Por qué el sol brilla tanto? Como la bendición que nos envía el buda.
¿Por qué hay tanta alegría en mi casa? Para darle bienvenida a mis invitados.
La khata es el mejor regalo al maestro.
Invito a mi mejor amigo a probar este vino maravilloso.
El cuerpo se mueve al compás de la melodía sin que el vino se desparrame. Como respuesta, la contraparte también tiene que cantar. Entre los cantos y los bailes, la fiesta llega a su auge.
Los tibetanos usan jarras, tazas y boles como recipientes del vino. Las jarras, tazas y boles de jade verde producido en el condado de Renyu son los favoritos de los tibetanos. Los boles de dragón producidos en el pueblo de Jingdezhen, adornados con los 8 tesoros budistas o el mantra Om mani padme hum también son bien recibidos por los locales. Antiguamente, los aristocráticos tibetanos prestaban mucha atención a los recipientes de vino y los elaboraban con oro, plata, turquesa y coral. Realmente son unas obras de arte preciosas.
Desde la aplicación de la reforma y la apertura, la vida de los tibetanos ha mejorado mucho y el vino tibetano se ha diversificado aún más. En las ciudades, la cerveza gusta bastante debido a su sabor parecido al vino de cebada y su fácil acceso. Frente al desafío de la producción industrializada de la cerveza, el vino de cebada también está buscando la industrialización para cumplir las necesidades inclementes del pueblo tibetano.
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