Enciclopedia de la cultura china:Las aldeas antiguas de Guiyang trasladan a los visitantes a la China antigua (贵阳古村落)

Si estás cansado de las aldeas entre canales en el sur de China, con sus estereotipadas linternas rojas, o si no toleras más el alboroto de las comercializadas aldeas antiguas, entre ellasLijiang, en la provincia de Yunnan, el viejo poblado de Qingyan, en Guiyang, es un cambio que te refrescará.

Qingyan: Una aldea antigua de gran renombre

Si estás cansado de las aldeas entre canales en el sur de China, con sus estereotipadas linternas rojas, o si no toleras más el alboroto de las comercializadas aldeas antiguas, entre ellasLijiang, en la provincia de Yunnan, el viejo poblado de Qingyan, en Guiyang, es un cambio que te refrescará.

Construido en 1378 como fuerte militar, Qingyan fue en donde el gobierno Ming (1363-1644) acantonó su ejército. Cerca de 300 años más tarde, un jefe de la tribu Bouyei logró su control y lo convirtió en un poblado, teniendo bajo su autoridad el pasaje más grande entre los que hoy es la provincia de Guizhou y la Región Autónoma Zhuang de Guangxi.

Hasta hoy, Qingyan es un destino singular que posee una simplicidad primitiva, ubicado en las faldas de la Cumbre Shuangshi.

Subiendo paso a paso por su enorme puerta frontal, este lugar me maravilló por su solemnidad. Como una de las cuatro aldeas más célebres de Guizhou, Qingyan está construida completamente de las piedras de la montaña. Incluso las casas, las tiendas y otras moradas están hechas de piedra y teja.

El tiempo se hace más lento y el glamor se desvanece, al tiempo que camino entre callejuelas zigzagueantes de piedra que no parecen conducir a ninguna parte, pero que siempre te llevan a una nueva aventura. El nombre de esta calle es Beijie, o Callejón Posterior. Quizás te sea familiar si viste la cinta de 2002, “La Pistola Perdida”, dirigida por el director chino JiangWen. El lugar sale en una escena clave en donde el oficial MaShan busca desesperado su pistola que ha desaparecido misteriosamente.

En esta cinta de suspense, Qingyan parece más un remanso desolado: el cielo siempre se ve apagado; los caminos de piedra y los arcos antiguos están derrumbados; las personas que pasan tienen rostros deprimentes; los vendedores llaman a los transeúntes con voces roncas…

Sin embargo, el verdadero Qingyan es todo lo contrario.

El sol matinal pega sobre los caminos de piedra del Callejón Posterior que aún está mojado por el rocío; el musgo cubre las paredes y los techos de piedra; el pasto crece entre las grietas de las piedras, dando una imagen de vigor y vitalidad. Los perros descansan bajo los rayos del sol mientras los niños corretean alegremente.

En un destino popular como Qingyan, fue toda una sorpresa divisar a algunos turistas siguiendo a guías que recitan las mismas palabras trilladas de sus partidos, sin mencionar las tiendas de recuerdos con las mismas cosas y con los mismos sonidos una y otra vez. Quizás la mejor hora para visitar a la vieja aldea es entre semana.

Para los amantes de la arquitectura. Qingyan es un verdadero tesoro ecléctico. La peculiaridad de los techos de doble capa, especialmente los de las tiendas, revelan una sabiduría popular. Ya que las lluvias abundan aquí en Guiyang, los propietarios de las tiendas colocan techos dobles tal y como las pestañas protegen a los ojos.

Los Bouyei y otras minorías étnicas, los Han y misioneros franceses han dejado todos por igual su estampa en la historia y características de este lugar. Pese a haber existido enfrentamientos sangrientos entre los locales y misioneros franceses a lo largo de 1860, hoy los templos budistas yacen armoniosos con las iglesias cristianas y católicas en este poblado de 3 kilómetros cuadrados.

Los peregrinos budistas abarrotan los templos en el primer y decimoquinto día de cada mes del calendario lunar, mientras que cada domingo los cristianos asisten a misa en la iglesia que yace en el lado opuesto a los arcos memoriales chinos.

Tres de los ocho arcos en Qingyan han permanecido intactos por más de un siglo. Es un milagro arquitectónico debido a que todos ellos están colocados sobre un piso pedregoso sin ninguna base. Hay que mirar de cerca el relieve vívido y delicado de las esculturas en la base de los pilares.

Otras obras arquitectónicas que vale la pena visitar incluyen el Palacio Wanshou, un vestíbulo convertido en templo taoísta.

Una serie de maravillosos relieves de madera adornan al escenario del teatro en un patio en donde se representan historias populares del periodo de los Tres Reinos (220-280 d.C), tales como “El Banquete Hongmen” y “Sitiados por todos los Flancos”.

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