Después de una hora de imponentes campos, llegué hasta un exuberante y verde valle del Río Mingshi. Conduje por una zona de construcciones deslavadas que parecían ser una de las pocas zonas pobladas, y mientras me estacionaba, fui abordado por una mujer de edad que me señalaba que me hospedara en su hogar. Perfecto, me dije, ya que buscaba otro cuarto de hotel barato para pasar la noche. Su hotel consistía de varias habitaciones en su rústica y amplia casa. No había un depósito, sólo un acuerdo de 250 yuanes por noche. La cena se servía en un “restaurante” que consistía en una línea de tablas y una losa de concreto, colocados junto a una parrilla para carnes junto a un campo de arroz. La combinación del arroz, el croar de las ranas, la comida y la cerveza hacían que el lugar resaltara.

La mañana siguiente estaba destinada para un tour en bicicleta por una zona a la que se le conoce como “La Pequeña Guilin”. Me dirigí a los alrededores de la Villa Montañosa Mingshi, que alquilaba bicicletas de montaña de la popular marca “Gigante”. El precio era un poco elevado para China, 120 yuanes por cuatro horas”, pero la oportunidad de pedalear por esta zona no podía descartarse. Cada bicicleta contaban convenientemente con un mapa de cinco rutas diferentes sobre una superficie de plástico colocada sobre el manubrio, con rutas que iban de los 8 a los 35 km. Opté por seguir dos de las rutas que pasaban por entre las montañas.