LonghuShan, al menos para mi, bien valía la pena una entrada de 60 yuanes. Uno podía pasar horas en un amplio sistema de veredas y puentes, observando monos a los que se les alimentaba y que subían por árboles, balanceándose y saltando de rama en rama en su propia arboleda natural. Era difícil de creer que este sitio está a sólo 70 minutos de Nanning.

Después de divertirme con los monos, me encaminé a Daxin por una campiña espectacular totalmente aislada de todo y con un paisaje similar al de la zona de Guilin/Yangshuo. Las montañas calizas saltaban en sus formas y patrones únicos en todo el camino a Daxin, y también rumbo a las Cataratas de Detian al siguiente día. Ya que nada se compara a estas montañas en Occidente, el paisaje kárstico es hipnotizador y exótico. Todo el lugar está cubierto de árboles y arbustos, creando un follaje verde junto a los caminos que serpentean a lo largo del Trópico de Cáncer. El efecto hace que uno se quede boquiabierto, y a pesar de que sólo es un viaje de fin de semana, tuve el camino sólo para mi mismo y tuve oportunidad de tomar fotos a voluntad.

Sin contar con reserva alguna, no tuve problema en encontrar un hotel decente en la indescriptible aldea de Daxin por 288 yuan, incluido el desayuno.

A la mañana siguiente avancé por un terreno aún más hipnotizador que me llevó por largos túneles y cascadas, incluida la espectacular cascada de Shatundie. Las Cataratas de Detian son por sí mismas las atracción estrella en esta región fronteriza. Está a lo largo de las cataratas trasnacionales más grandes del mundo: Fluyen en su mayor parte por la parte de China, y parcialmente por Vietnam, en donde se les conoce como Catarata BanGioc.

Al acercarse, uno puede escuchar el rugido antes de poder verla. Cae en tres etapas, un forma escalonado que mide más de 120 metros de largo. La caída vertical es de 70 metros. Cuando el flujo se vuelve más ligero, Detian está formada por numerosas cascadas, como si hubiese sido diseñada por un artesano de paisajes, con cascadas a lo largo de la frontera, en una asombrosa formación acordonada de follaje y rocas, respaldadas en montañas kársticas verdes elevándose en un cielo cargado de neblina.

Esta fue la locación con más gente durante mi viaje del Día Nacional, pero valió la pena, pese a la elevada admisión de 80 yuanes. Al llegar a la zona turística, me subí a una balsa techada por un costo de 30 yuanes, que me llevó hasta la cascada. Desde la balsa se apreciaban paisajes increíbles de la parte china, que es mucho más grande que el lado vietnamita.

Cuesta abajo, algunos comerciantes del mercado negro podían divisarse cruzando el río en pequeños botes de madera, vendiendo y comprando artículos con los chinos de nuestro lado del río. No era posible ver qué productos eran los que se vendían.

Decidí no pasar la noche en el asqueroso y sobrevaluado hotel de Detian, optando mejor por dirigirme ese día a Mingshi. Me demoré 20 minutos en salir del estacionamiento, para encontrarme con otra ruta espectacular llena de montañas. Finalmente me detuve para preguntarle a alguien cómo llegar a Mingshi, señalándome el camino cuyas señales me ayudarían después a llegar ahí.