Si se analiza detenidamente la composición de las importaciones provenientes de China, salta a la vista que gran parte de estas son componentes electrónicos que serán incorporados a productos que se arman en México. Es decir, son importaciones que realiza la industria maquiladora y es imposible detener este flujo so pena de aniquilar la maquila. Lo que sí es posible y deseable es exhortar una mayor integración nacional de este sector con políticas públicas de apoyos decididos para incentivar a sus empresas proveedoras extranjeras a venir a México a producir sus componentes.
Tales estrategias crearían un círculo virtuoso cuyos efectos producirían una mayor creación de empleos, transformarían las maquiladoras en industrias nacionales, anclarían las empresas a suelo mexicano, lo que impediría -o al menos dificultaría- su migración a otras latitudes, incrementarían la recaudación fiscal y, por último, disminuirían sustantivamente del déficit comercial con China.
Más aún, para detonar una verdadera alianza trascendente con China, México podría ofrecerse como una plataforma sólida y estratégica que sirva a los ambiciosos planes de la industria automotriz china para conquistar los mercados internacionales, en especial el estadounidense. La localización geográfica de nuestro país, la infraestructura de los clusters automotrices existentes y la mano de obra calificada ofrecen oportunidades inigualables para este propósito.
Asimismo, es urgente que México ponga en práctica políticas de incentivos para alentar las exportaciones a China. Para ello, hay que reconocer que las pymes necesitan apoyos decididos e información amplia, veraz y actualizada que solo las instituciones mexicanas pueden proporcionar. También, reconocer que es imperativo culminar las negociaciones de protocolos para el acceso de un mayor número de productos agropecuarios. La experiencia nos dice que estas conversaciones generalmente son lentas, altamente burocratizadas y no exentas de un trasfondo de barrera no arancelaria al comercio, pero es impostergable para este sector productivo. En el terreno de la minería, China, por su parte, podría venir en auxilio de los mineros descapitalizados que no pueden poner en operación sus concesiones y así diversificar la inversión extranjera en este campo.
En años recientes China se ha convertido en un destacado proveedor de planeación, fabricación e instalación de sistemas de trenes de alta velocidad. Un proyecto de gran envergadura e importancia para la infraestructura de México sería el desarrollo integrado de un sistema de este tipo entre la Ciudad de México y Guadalajara; Ciudad de México y Monterrey; y Guadalajara y Monterrey. Este proyecto colocaría a nuestro país a la vanguardia en América en transportación ferroviaria, rescataría del olvido un servicio de transporte de pasajeros altamente eficiente y poco contaminante y, finalmente, podría llevarse a cabo a un costo considerablemente más bajo que cualquier otra tecnología disponible. Además, sería factible contar con financiamiento de instituciones chinas.
En la actualidad, China invierte grandes recursos económicos y humanos en investigación y desarrollo, y ha invitado a naciones e instituciones extranjeras a que contribuyan conjuntamente en este esfuerzo. México podría participar en proyectos específicos en los campos de nanotecnología, materiales de alta conducción, biotecnología y exploración espacial, con inversión y recursos humanos, que le permitirían no sólo disfrutar de los beneficios, sino también explotar los resultados de las investigaciones.
El turismo representa otra gran oportunidad de expandir la relación económica bilateral con China. En 2010, cerca de 45 millones de turistas chinos salieron al extranjero. La Organización Mundial del Turismo estima que para el año 2020 los viajeros chinos al exterior sumarán más de 100 millones de personas. Las autoridades francesas del sector calculan que de sus visitantes extranjeros los que más gastan son los chinos, con un promedio de 2.500 dólares diarios por persona durante su estancia en Francia. México, con todos sus atractivos turísticos, podría captar un buen porcentaje de esos viajeros. Nuestra historia milenaria, sus vestigios arqueológicos, herencia colonial, creatividad barroca, particular cultura culinaria, música, artes visuales, artesanías y folclor son elementos suficientemente poderosos para atraer al turista chino.
Sin embargo, es imprescindible crear la infraestructura turística necesaria para hacer sentir al viajero de este país oriental bienvenido a nuestro territorio. Un componente sustancial de esta infraestructura se refiere a hoteles y restaurantes. Los primeros deberán de proporcionar, por escrito, un mínimo de instrucciones de seguridad y procedimientos de evacuación en idioma chino, y los segundos deberán de tener menús en chino con descripciones, aunque someras, de los ricos platillos de la cocina mexicana. Otros servicios que resultan indispensables son el entrenamiento y capacitación de guías de turismo mexicanos para dar, en idioma chino, una visión propia de México. Así, atendiendo a estas condicionantes, podremos labrar un nicho en esa significativa veta del turismo internacional y reducir en parte el colosal déficit comercial con esa nación en vías de convertirse en la otra superpotencia de la época contemporánea.
México dispone ya de los mecanismos para llevar a cabo estos objetivos. La Comisión Binacional Permanente México-China es el instrumento de más alto nivel para diseñar las políticas que comprometan a los dos estados en el camino de crear una auténtica asociación estratégica. Este mecanismo posee amplias facultades propositivas, como quedó de manifiesto en el importante documento emanado de su cuarta sesión, que tuvo lugar en la Ciudad de México.
No obstante los sólidos pilares sobre los que se sustenta la Comisión, es fundamental fortalecerla y dotarla de mayor amplitud para la participación en la toma de decisiones de otros actores importantes en la relación bilateral.
El Grupo de Alto Nivel (GAN) es un mecanismo de acercamiento institucional de consulta permanente para temas comerciales y de inversión bilaterales con capacidad de identificar oportunidades de negocios, nichos de mercado, promover el acceso de productos mexicanos al mercado chino y atraer inversión china a México. A la 5ª Reunión del GAN, que tuvo lugar en la Ciudad de México, fueron invitados por primera vez académicos y empresarios para participar en las deliberaciones. Una importante contribución al desarrollo de los trabajos, ya que estos últimos son directamente beneficiarios o perjudicados por las acciones que se tomen en el seno del grupo.
China constituye un socio trascendental para México, más aún cuando existen amplios espacios y oportunidades para intensificar y diversificar las relaciones comerciales y de inversión. Encontrar y desarrollar estos nichos y vacíos de manera eficiente y rápida, es el reto en el que se juega, en buena medida, el futuro de la asociación estratégica entre los dos países.
El desconocimiento generalizado de lo que ocurre en China y de lo que supone su rápido crecimiento y ascenso como potencia mundial parece ser la norma en la sociedad mexicana, salvo honrosas excepciones. Los estudios académicos serios sobre China elaborados en nuestro país son escasos, como escasa es también la información que difunden los medios, con el agravante de que suele ser subjetiva y tendenciosa. Evidentemente, esta situación en nada contribuye a disipar las dudas que genera el rápido avance chino.
No faltan voces a lo largo de México que perciben la presencia de China en el país más como amenaza y como un formidable competidor en multitud de sectores globales que como oportunidad para diversificar mercados y recibir otras fuentes de capital y tecnología. Si bien es cierto que el abultado déficit comercial no ayuda a mitigar esas voces, también es cierto que no se ha avanzado de manera coherente en la diversificación de los mercados de exportación.
Finalmente, una consideración para tener en cuenta: el desarrollo económico, social y militar de China y su posicionamiento como superpotencia no se detendrá. México, entonces, debería buscar posicionarse como el verdadero socio estratégico del país asiático en América Latina.
Tenemos que recuperar la condición de asociado indispensable que éramos al inicio de las relaciones diplomáticas y que los reacomodos geoestratégicos de la región nos arrebató y obligó a cambiar de posición. El reto es formidable pero los dividendos compensarán con creces el esfuerzo que se haga. Ahora, los costos son relativamente bajos; en el futuro, serán tan altos que no los podremos sufragar y nos lo reclamarán las generaciones venideras.