Por ENRIQUE DUSSEL PETERS, Profesor del Posgrado en Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Coordinador del Centro de Estudios China-México (Cechimex) de la Facultad de Economía de la UNAM, http://dusselpeters.com
La relación entre los pueblos de México y China tiene casi 5 siglos, de la Nao al intercambio de productos como la plata, porcelana, alimentos y bebidas muy diversas, seda, hasta, hoy en día, petróleo, cobre, computadoras, autos y telecomunicaciones, entre muchos otros. En estos siglos el intercambio cultural y político ha sido intenso en diversos períodos, tanto bilateralmente como en foros internacionales, multilaterales y regionales. En el ámbito académico el intercambio ha sido limitado, aunque en los últimos lustros ha logrado un aumento realmente significativo. Todo lo anterior es relevante con el objeto de no sobredimensionar las últimas cuatro décadas y comprender una larga tradición, en general positiva, entre ambos pueblos.
No obstante lo anterior, es también relevante ser puntuales y realistas: en la relación entre ambos países también se han dado fases y períodos deleznables; particularmente desde la última parte del siglo XIX y la primera del siglo XX los movimientos antichinos, el racismo y la violencia antichina –que culminó con el asesinato de varios cientos de ciudadanos chinos- refleja uno de los períodos más oscuros de la historia mexicana.
Los aspectos anteriores –una vieja tradición bilateral llena de contradicciones socioeconómicas- también se refleja a inicios de 2012: mientras que por un lado el intercambio de mercancías y el flujo de inversiones se ha incrementado, éste último muy por debajo de su potencial y en comparación con otras naciones latinoamericanas, también existen voces en los medios masivos de comunicación y en el sector privado que reflejan un alto grado de ignorancia y hasta sinofobia. Considerando las múltiples tensiones entre el gobierno central chino y el federal mexicano –que llegaron a su clímax en 2011 con la visita del Dalai Lama a México y el fin del período de transición de las cuotas compensatorias acordadas entre México y China en 2008- resulta particularmente importante una visión propositiva y de largo plazo entre ambos países. Un par de aspectos nos parecen relevantes para el futuro.
En primera instancia, un acercamiento político entre ambos sectores públicos (a nivel central/federal, pero también entre el Legislativo, ciudades, entidades federativas/provincias, municipios, etc.). Desde la década de los noventa ha sido muy claro que el diálogo entre los sectores públicos mexicanos y chinos se ha rezagado con respecto al dinamismo económico y particularmente el comercial. Mientras que México y China se han convertido en crecientes socios comerciales –China es el segundo socio comercial de México en la actualidad, el diálogo político de alto nivel no ha estado a la altura de la relación histórica, particularmente de la década de los setenta del siglo XX.