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spanish.china.org.cn | 07. 03. 2015 | Editor: Eva Yu | [A A A] |
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E ntonces, ¿fue por una cuestión académica?Octavio Fernández: Sí, pero después comenzaron a ocurrir eventos sociales, movimientos, que ya daban muestras de las transformaciones y las consecuencias internacionales y nacionales de la política de reforma y apertura. China era un laboratorio interesante y valía la pena tratar de entenderla. Durante la guerra de los Balcanes, un avión de Estados Unidos bombardeó a la embajada china en Yugoslavia. Las calles de Beijing se abarrotaron de estudiantes que se manifestaban en contra de Estados Unidos, quemando banderas, gritando consignas anti estadounidenses y arrojando piedras contra la embajada de ese país. La embajada terminó muy dañada y la relación con Estados Unidos no era nada buena. Un par de años más tarde, un avión espía estadounidense derribó a un caza chino, causando la muerte del piloto. En la maniobra, el avión estadounidense se averió y tuvo que aterrizar en el aeropuerto de la isla de Hainan. Fue un momento de bastante tensión política entre los dos países. ¡Imagínate!. ¡Un avión espía de Estados Unidos derriba a un caza chino y después debe aterrizar en territorio chino, en la isla de Hainan! Qué ironía, ¿no?
Spanish.china.org.cn: ¿Qué lectura hacías de estos sucesos como estudiante?
Octavio Fernández: La política de reforma y apertura estaba generando transformaciones que ni China ni el mundo estaban preparadas para asimilar. Las manifestaciones que resultaron de estos eventos no eran políticamente direccionadas como en antaño. Emergían del seno social y evidenciaban cambios en la forma de entenderse y de ver a los demás. Hubo otros movimientos más. Recuerdo las manifestaciones anti japonesas por las visitas del primer ministro de Japón al santuario Yasukuni, al que los chinos señalan como un sitio en el que se rinde culto a criminales de guerra. Creo que desde los trágicos acontecimientos de finales de los 80, pasando por todos estos movimientos de los que te hablo, revelan una etapa de bastante inquietud social y de preocupación internacional hacia China, generados, claro, por el éxito de la reforma misma. Creo que esa etapa es equiparable a la adolescencia o a la pubertad: La sociedad siente algo distinto, pero no entiende los cambios y las transformaciones que están ocurriendo en ella. El mundo comenzaba a mirar a China con otros ojos.
Spanish.china.org.cn: Has vivido aquí 16 años. ¿Qué lectura haces ahora de China?
Octavio Fernández: Retomando lo que te decía hace un momento, de mi primer choque cultural en China, creo que el éxito de la reforma ha sido avasallador. Pero esa es mi lectura de la capital. Y un error craso es considerar que la capital representa a toda China. Beijing, Shanghai, todas las ciudades costeras son a mis ojos ciudades del primer mundo. Son nuevas e impactantes. Son verdaderos milagros de la reforma. Sin embargo, son casos. Estamos hablando de un país enorme con más de mil 300 millones de habitantes. Hay un umbral muy marcado entre lo que se ha desarrollado y lo que aún está en desarrollo. Sólo basta conducir una hora fuera de Beijing para notar que los enormes y lujosos rascacielos, los dobles periféricos, las tiendas de lujo y los coches deportivos importados de Italia se convierten en humildes casas de tabique rojo y carretas tiradas por caballos. El éxito es fenomenal. El dinamismo es constante. El enriquecimiento es inédito. Pero es notorio que el éxito de la reforma no ha llegado a la misma velocidad o no está llegando a todos los rincones de China.
Spanish.china.org.cn: Comparabas a China en la década de los 80 y 90 con un adolescente. ¿Crees que la profundización de la reforma traerá inestabilidad nacional y sospechas internacionales a partir de 2015?
Octavio Fernández: No hay elementos ahora para saber qué efectos sociales generará la profundización de la reforma. La foto de la que te hablé cobró sentido 35 años después. No hay forma de saber qué ocurrirá ahora con China. Pero sí te puedo decir que toda sociedad resiente y responde de forma distinta a los cambios y a la velocidad con la que se ejecuta una reforma. La reforma de Deng trajo un cambio positivo, pero también abrió las puertas a muchos males. Este es un país atacado por el cáncer de la corrupción. Problemas que la dirigencia china no podía predecir y que no estaba preparada para afrontar. Yo diría que estamos viviendo el tercer capítulo de una historia moderna. El primero con Mao, el segundo con Deng y el tercero con Xi Jinping. La única forma de apaciguar las turbulencias que pudiera generar una nueva metamorfosis en China es, estoy convencido de ello, el establecimiento de un estado de derecho. Este país necesita orden para poder asimilar las incertidumbres de la transformación. Nuevas fuerzas saltarán a escena. Algunas serán buenas, otras serán malas. Pero en la medida que este país esté sometido a un régimen de legalidad, la interrogante de qué pasará podrá responderse gradualmente bajo un entorno de orden social y de honestidad política.
Nota: Octavio Fernández es uno de los consultores extranjeros que actualmente brinda asesoría a instituciones chinas. La cifra de expertos extranjeros ha aumentado de 10 mil a finales de los 80 a más de 500 mil a finales de 2011. ¨El 10 de febrero participé en un seminario encabezado por el primer ministro Li Keqiang. Fue un diálogo en el que afloraron las críticas constructivas, los elogios y las recomendaciones. Es una forma interesante de conglomerar la crítica cáustica del exterior, evaluándola, sistematizándola e incorporando aquellos elementos que aportan a la construcción del país. En tiempos de reforma y apertura, es la sistematización de la crítica exterior con características chinas¨.