China es desde la antigüedad un país del licor. El día cinco del quinto mes del calendario lunar, los antiguos chinos tomaban el licor de rejalgar; el 9 del noveno mes del calendario lunar, bebían el licor de crisantemo; el 15 del primer mes lunar, bebían toda la noche licor para contemplar con ánimo el Festival de los Faroles; en la Fiesta del Medio Otoño, el 15 del octavo mes del calendario lunar, era indispensable el licor para contemplar la luna llena. En momentos de alegría, ellos “cantaban mientras bebían para disfrutar de la vida”; y en momentos de angustia, lamentaban que “sólo el licor pudiera disipar las preocupaciones”…
La historia de la cultura china tiene un vínculo indisoluble con el licor. Muchos artistas de la antigua China adquirían la libertad artística en estado ebrio, lo cual constituía una importante vía para librarse de las ataduras y conseguir la creatividad artística.
Los Siete Sabios de los Bambúes viajaban entre montañas y bosques y tomaban licor para emborracharse; Liu Ling, el borracho número uno, se volvía ora embriagado ora lúcido, sin escuchar en silencio el trueno ni percatarse de las montañas conocidas. Esta es la imagen típica del espíritu del “dios del licor” de China.
“Li Bai compone cien poemas al beber una gran copa de licor y se aloja en un restaurante de Chang´an; no sube al barco contra la orden del Emperador y se considera un dios del licor” (Poema de Du Fu, “Canto a los ocho dioses bebedores”), “Cada persona tiene su propia aspiración y del licor nacen los poemas” (Poema de Su Shi, “Bebo licor con Tao Yuanming”), “El poema está compuesto antes de acabar una copa de licor y el cielo queda espantado por el arribo de la oleada de poemas” (Poema de Yang Wanli, “Bebiendo licor en la noche de luna en el valle Wanhuachuan a dos meses después de la Fiesta del Doble Nueve”). Ejemplos como estos poemas excelentes compuestos bajo los efectos del alcohol son incontables en la historia de la literatura China.