Tras el horneado, el color del vidrio adquiere tonos de gran hermosura y transmite la sensación de estar en movimiento. Ninguna piedra preciosa del mundo posee tanta riqueza cromática. La fusión y transición de los colores da rienda suelta a la imaginación del espectador, mientras que la suavidad y ternura de los tonos aumentan la calidad del color.