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La generación de los hijos únicos no logra convivir en pareja

Los jóvenes chinos nacidos a principios de los ochenta, quienes en su mayoría son hijos únicos debido a las políticas de control de natalidad, comienzan ahora a despedirse de sus padres para contraer matrimonio. Su primer descubrimiento es que no soportan la vida en pareja.

Cuando la joven Tian Tian se encontraba aún elaborando el álbum fotográfico del matrimonio de su compañera Wang Yan, recibió la noticia del divorcio de la pareja poco después de la luna de miel.

"Afortunadamente no tenemos un hijo que entorpezca un divorcio limpio", comenta Wang, quien asegura estar harta de las disputas con su marido por pequeñeces de la vida diaria como el reparto de tareas domésticas.

"El matrimonio efímero es típico en esta generación", declara Zhang Sining, especialista de la Academia de Ciencias Sociales de Liaoning.

De acuerdo con Zhang, una encuesta realizada a 162 parejas menores de 30 años, demuestra que la tasa de divorcio alcanza un 24,5% cuando ambos miembros de la pareja son hijos únicos, un 8,4% cuando sólo un miembro es hijo único y un 11,7% cuando ambos provienen de familias con más de un hijo.

Las familias con un solo hijo se convirtieron en la norma a finales de los setenta y principios de los ochenta, cuando el gobierno lanzó la política del hijo único. La primera generación de hijos únicos se remonta desde hace 27 años.

Las familias con un único vástago tienden a consentir todos los caprichos de éste, llegando a convertirlos en lo que se conoce popularmente como "pequeños emperadores o emperatrices", afirma Zhang.

Su intolerancia y la intervención parental amenaza la estabilidad de los matrimonios, declara el investigador.

Más de un 87% de los hijos únicos se sienten presionados por encontrar una pareja que satisfaga a sus padres, mientras que el 58% admite que sus padres han sido uno de los factores desencadenantes del divorcio y un 55% afirma haber sufrido la interferencia de los progenitores en la relación matrimonial.

"Nuestra relación peligra porque nuestros padres han provocado toda una batalla por la 'cuestión de la cena'", lamenta Hu Jia, de 25 años de edad.

"Su madre acude a nuestro hogar cada día para ver si he cocinado los platos favoritos de su hijo, mientras que mi padre nos invita a cenar con frecuencia para liberarme de las tareas domésticas y examinar si mi marido me cuida adecuadamente", expresa Hu.

La encuesta señala que un 92% de los hijos únicos prefieren crear un hogar alejado de sus padres.

Según Zhang Desheng, director de un centro psicológico de la ciudad de Harbin, capital de la provincia nororiental de Heilongjiang, los padres superprotectores minan la relación matrimonial de sus hijos "protegiéndoles" de sus propias parejas, en lugar de intentar mostrarles la cooperación necesaria para la vida conyugal.

Zhang también añade que los hijos superprotegidos están acostumbrados a buscar los cuidados paternos: las hijas con los padres y los hijos con las madres.

"La insatisfacción por la atención prestada por sus parejas conlleva habitualmente la aparición de dudas y frustración", declara Zhang, quien añade que algunos hijos únicos han perdido la capacidad de gestionar una relación al estar acostumbrados a recibir atenciones pero no ofrecerlas.

Lin, de 27 años de edad, residente en la capital china, se divorció el año pasado y considera que existe una larga distancia entre el enamoramiento, el matrimonio y sus interminables tareas domésticas.

"Tomé mi decisión tras una larga consideración. De cualquier modo, afortunadamente ya quedaron atrás los días en que una mujer debía anclarse a su marido de por vida -- afirma Lin -- es mejor acabar con un matrimonio infeliz que adherirse a la frustración".

(08/12/2006, CIIC-Xinhua)

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