Xu Jinglei es una persona peculiar, incluso en el siempre diferente y algo excéntrico mundillo cinematográfico. Como actriz rechazó la fama fácil, y como directora muestra cierta indiferencia ante el éxito en las taquillas de sus obras. "Dreams may come", su última película tras la cámara y delante de ella, es una muestra de su idiosincrasia.

"Dreams may come" es la tercera película de Xu como directora, tras "My father and I" (2003) y "A letter from an unknown woman" ( 2004), y sin duda su apuesta más arriesgada ya que se trata de un proyecto experimental, que con escasos escenarios y sólo dos personajes, se encuentra más cerca del teatro que del cine.

Exceptuando algunas cortas escenas, la acción de la película discurre alrededor de la discusión que mantienen, en una habitación en penumbra, un director y una actriz, papel interpretado por la propia Xu, sobre una telenovela titulada como el filme.

El argumento es sencillo: una actriz va a casa del director de la telenovela en la que trabaja a recriminarle que la obra es vulgar y que atenta contra sus principios filosóficos. Al principio el director accede a reescribir el guión, pero al día siguiente se niega a rodar y ambos, entre la realidad y el sueño, permanecen sentados en la penumbra, hablando.

"No es una historia con intriga, ni escenas espectaculares. Si no te interesa, por favor no vayas a verla. Está destinada a un pequeño grupo de personas quienes disfrutan pensando por sí mismos. Es una película con fuerza, pero necesita ser degustada cuidadosamente", afirmó Xu.

(13/07/2006, Agencia de Xinhua)