No aptos para cualquiera
Sin embargo, no todo el mundo está preparado para leer libros controvertidos que presentan diferentes perspectivas. Joy Li, estudiante pekinesa, cuenta en Global Times lo sorprendida que quedó tras leer “La vida privada del presidente Mao”, escrito por el que fue el médico personal del Gran Timonel, cuyo contenido le costó tiempo digerir.
Aun así, Li explica que a los jóvenes les gusta leer libros controvertidos para obtener una perspectiva diferente de China. “Amamos nuestro país y queremos conocerlo mejor”, afirma. “Cuanta más información podamos conseguir, más clara será la imagen que nos haremos. Somos adultos, absorvemos la información de forma selectiva. Podemos discernir lo bueno de lo malo”.
Cada día, más de 200.000 personas cruzan la aduana entre Hong Kong y Shenzhen, por lo que resulta imposible que los funcionarios de aduana puedan comprobar todos los equipajes que pasan, según explica Tang Jingling, quien defendió el caso de Feng ante los tribunales.
Poca claridad
La lista de libros no permitidos no ha sido publicada nunca y no existen estándares claros sobre qué constituye un material impreso ilícito. De hecho, este término ha cambiado con los años. A principios de los 80, se refería a material pornográfico o supersticioso. Más tarde, la definición se cambió a cualquier “material dañino para la política, la economía, la cultura o la moral de China”.
Ahora, la Administración de Turismo de Pekín ha emitido una nota de aviso a las agencias de viajes en las que estipula que, a partir de este año, si un turista es hallado en posesión de materiales “dañinos”, la agencia será castigada igualmente.