No se puede forzar la piedad filial, pero sí se puede ayudar a los inmigrantes a volver al hogar

Doscientos cincuenta y siete yuanes (US$39) significan cosas diferentes para diferentes personas. Para algunos, es poco más que suficiente para una comida decente, o para una noche de fiesta en un club.

En una cultura que da tanta importancia a la obediencia y la observancia de la piedad filial, los jóvenes son siempre advertidos sobre la inconveniencia de viajar lejos del hogar en momentos en que los padres necesitan de su apoyo. Por eso, el temor de no poder viajar a casa para el festival roe la conciencia de los jóvenes inmigrantes tanto como de sus mayores.

Aquí es donde uno empieza a apreciar mejor los sacrificios que los inmigrantes hacen para impulsar el desarrollo económico del país. Pero estos sacrificios no parece que influyan a los funcionarios el gobierno en sus decisiones a la hora de diseñar determinadas políticas, como lo demuestra el hecho de que recientemente algunos han propuesto una enmienda a la Ley que atribuye a los hijos adultos la responsabilidad sobre el cuidado de los mayores.

De acuerdo con el borrador de la enmienda, aquellos adultos que vivan separadamente de sus padres estarían obligados a visitarlos al menos una vez al año para demostrar su apoyo espiritual, pudiendo los padres demandar a sus hijos en caso de que incumplan con su obligación de visita familiar.

La alarmante tendencia de debilitamiento de los lazos familiares que se ha notado en los últimos años, y en particular la falta de atención que se da a los mayores, ha llevado a algunos a solicitar que se regule por ley la obligación de los hijos de cuidar y visitar a sus padres. La necesidad de satisfacer las necesidades de los mayores se ha vuelto más urgente con el acelerado envejecimiento de la población que se está produciendo recientemente.

China tiene hoy en día 167 millones de personas mayores de 60 años. Para los estándares globales, se trata ya de una sociedad envejecida. Casi la mitad de estas personas viven en soledad después de que sus hijos hayan “abandonado el nido”, comenta Wu Ming, inspector del Ministerio de Asuntos Civiles.

Una dura mofa

En caso de que se apruebe la mencionada enmienda, nacida de la voluntad de reavivar los sentimientos de piedad filial entre la población, no será sin embargo más que una dura mofa de los legisladores chinos.

Más visitas familiares, especialmente obligadas, no necesariamente conllevarán mejores cuidados y apoyo a los mayores. No hay ninguna garantía de que el aumento de las visitas familiares vaya a avivar los buenos sentimientos entre unos y otros, ni que estas emociones sean auténticas.

La enmienda no dice tampoco cuál sería el castigo para aquellos que incumplan sus obligaciones filiales y se vean llevados a juicio por sus progenitores.

Otras soluciones

El comentarista Zhang Ruoyu escribió en el periódico de Guangzhou New Express el pasado 6 de enero que es inapropiado que la ley interfiera en la esfera de la ética privada de las personas, y que ese tipo de aplicación de la ley distorsionaría, en vez de facilitar, la expresión de las emociones.

Dice Zhang que lo que los legisladores deberían hacer, por el contrario, es establecer servicios municipales que provean de compañía y apoyo a los mayores cuando sus hijos han dejado el hogar familiar y se sienten solos.

O, por lo menos, deberían empezar por establecer ayudas para que los inmigrantes puedan comprar billetes de tren al alcance de su bolsillo para volver a casa por Año Nuevo.

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