Escuchando a los vendedores ambulantes

En Shanghái los consumidores son cada vez menos receptivos a ofertas y promociones de fin de año y muchos cazadores de rebajas prefieren ir de compras lejos de las luces de neón. La calle Nanjing W., una de las zonas con más actividad comercial...

Los vecinos distinguen rápidamente entre los “buenos” y los “malos” vendedores. Es difícil durar mucho en un barrio si se intenta timar a los clientes.

Desde este punto de vista, los vendedores son una parte pintoresca e indispensable de la ciudad y los gobiernos deberían tener una actitud indulgente hacia ellos.

¿Quién perseguiría legalmente a las mujeres que recogen periódicos viejos par venderlos a los centros de reciclaje? ¿Quién recriminaría al reparador de bicicletas por ocupar dos metros cuadrados de la acera cuando se nos pincha la rueda al ir al trabajo?

Los ingresos del gobierno municipal no se incrementarían substancialmente si se obligase a todos a adquirir licencias, y no hay evidencias de que los vendedores ambulantes estén acumulando fortunas. Además estos negocios suponen una válvula de escape para los residentes con problemas para llegar a fin de mes.

Los vendedores generalmente son personas con poca educación y sin contactos influyentes, pero con un oficio. Por otro lado, no son pocos los casos de oficinistas que al salir del trabajo ingresan en las filas de los vendedores ambulantes para obtener un ingreso extra. Aunque esto ya es otra historia.

Consentir los negocios callejeros ayuda a que las personas de bajos ingresos puedan pagar sus facturas y probablemente evita que se conviertan en una amenaza social. Además, como la mayoría de estos vendedores proviene del campo, también ayuda a estrechar la brecha económica entre el mundo rural y urbano.

Una amiga mía que trabaja en el gobierno municipal me dice que tiene sentimientos contradictorios sobre los vendedores ambulantes. Según ella, los “chenguan” (inspectores municipales que patrullan las calles) intentan encontrar un equilibrio entre hacer cumplir las leyes y tolerar a los que seguramente no se pueden permitir comprar una licencia. Es un continuo juego de tira y afloja entre las autoridades y los que intentan esquivar la ley.

“Tienen que ser severos si reciben quejas de los vecinos”, dice mi amiga hablando de los inspectores. “Es innegable que es molesto cuando los mercadillos bloquean las aceras. Pero de hecho solo se toman medidas en ‘inspecciones oficiales’ o en vísperas de grandes eventos como la Exposición Universal”.

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Palabras clave : vendedores ambulantes Shanghái

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