Cuando la pequeña Li Yue salió al escenario vestida con un cautivador traje rosado para tomar parte en la ceremonia inaugural de los Juegos Paralímpicos de Beijing en la noche del sábado pasado, no fueron muchos quienes lograron identificarla como una de las sobrevivientes del terremoto que meses atrás sacudió el suroeste de China.
Pero la niña de sólo 11 años que deleitó a la audiencia nacional e internacional bailando el Bolero de Ravel era la misma que después del sismo del 12 de mayo estuvo sepultada entre los escombros de su escuela durante más de 70 horas y hasta entonces nunca pensó que un día debería afrontar la vida sin una de sus piernas.
Dos días después de la ceremonia, fotos de la bailarina en su silla de ruedas seguían siendo publicadas en diferentes periódicos y portales de Internet chinos, junto a otras imágenes menos agradables pero igualmente muy significativas para el público. En ellas se ve a Li esperando ayuda entre las ruinas y rodeada de los cuerpos sin vida de sus compañeros de clase. Otras la muestran ya en la cama del hospital, luego de que su pierna le fuera amputada para salvar su vida.
La nación china se vio de nuevo inundada por las dolorosas memorias del devatsador sismo de 8,0 grados en la escala de Richter que segó la vida de más de 70.000 personas en la provincia de Sichuan y algunas regiones aledañas.
Mientras la pequeña bailaba graciosamente desde su silla de ruedas en medio de un grupo de bailarinas con dificultades auditivas, el público, tanto el que estaba presente en el "Nido" como el que seguía el acto a través de la televisión, no podía dejar de pensar en la tragedia que a las 14:28 de la tarde de ese tristemente célebre 12 de mayo llenó de luto y dolor a todo el país. En el estadio, con los ojos llenos de lágrimas, la gente premió con un caluroso aplauso la presentación de esta niña que echó a andar su sueño de ser bailarina de ballet sólo dos años atrás.
"No lo puedo creer", dice la madre de la pequeña, Li Jiaxiu. "Bailó directo hacia la fama".
Fue ella quien la acompañó a Beijing para que recibiera tratamiento hospitalario y también para las varias semanas de entrenamiento secreto y ensayos con Zhang Jigang, director artístico de la ceremonia de inauguración de los Paralímpicos.
"Realmente dio todo de sí. Estaba tan cansada al final de la presentación que se durmió antes de llegar al hospital", cuenta la madre.
Entre lo poco que Li recuerda del terremoto que destruyó Beichuan, el distrito donde vive, está cómo se despertó de un coma en medio de la oscuridad y no podía moverse. Al principio intercambió palabras de ánimo con dos compañeros que quedaron a su lado, con quienes se decía que pronto saldrían de allí, con vida. Pero poco después las voces de ellos se silenciaron para siempre.
Li dice que algo que la ayudó mucho a soportar las 70 horas de dolor, hambre y desesperación fue recordar el comentario de una de sus profesoras, que solía decirle, "esta delgada y graciosa muchachita nació para ser bailarina". Sólo ella y otros seis niños salieron vivos de la Escuela Primaria Qushan.
"Los cuerpos de mis compañeros se estaban pudriendo, olían mal. Logré soportar porque todo el tiempo estuve pensando que estaba bailando", le dijo a su hermana mientras se recuperaba en el hospital.
"¿Les parece que soy valiente?", preguntó la niña a los socorristas que la encontraron bajo los escombros dos días después del terremoto. Los policías rompieron en llanto al darse cuenta de que sin el equipo apropiado para liberar su pierna izquierda por debajo de las placas de concreto no podrían sacarla.
Finalmente decidieron que, para salvar su vida, era necesario sacrificar la pierna, y procedieron a amputársela.
Los primeros dos meses después del sismo fueron una pesadilla. Li Yue tuvo que luchar contra los dolores de sus heridas y contra la realidad de ver hecho añicos su sueño de ser bailarina.
En junio, el director Zhang envió a un emisario para visitarla en el hospital en que estaba internada en la ciudad de Xi'an e invitarla a actuar durante la gala de apertura de la Justa Paralímpica. La pequeña lloró de la emoción.
Hacia finales de ese mes, Li llegó a Beijing junto con su madre. Su papel en la ceremonia fue mantenido en secreto durante más de seis semanas. La nueva bailarina debía levantarse todos los días a las 6:00 de la mañana para las sesiones de tratamiento con el fin de poder salir durante el día a las clases y los ensayos. Cuando ya el sol se estaba ocultando, iniciaba un viaje de dos horas hacia el norte de la ciudad para tomar clases adicionales de ballet en la Escuela Tibetana.
En los días más ocupados, Li no tenía tiempo ni para almorzar, debía practicar durante largas horas, y sólo regresaba a su cama después de media noche. Perdió dos kilos en un mes.
Pero el trabajo duro finalmente se vio recompensado cuando llegó al escenario para bailar por sus compañeritos muertos, por toda la gente golpeada por la tragedia en Sichuan, y por todos los minusválidos del país.
"Ahora por fin su sueño se ha hecho realidad. Espero que sea también el final de la miseria que ha significado el terremoto", dice Li Jiaxiu, la madre.
Li Yue, por su parte, asegura que no renunciará a su sueño. "Es posible que con una sola pierna no pueda volver a bailar. Pero creo que me dedicaré a la coreografía o aprenderé a interpretar un instrumento musical", comenta.
Además de poner a los discapacitados en la mira de todo el país, los Paralímpicos de Beijing son también, indudablemente, una oportunidad para que la capital se haga aún más amable para ellos, especialmente con la adaptación y construcción de infraestructuras especiales y la adopción de una actitud más considerada de parte de la ciudadanía. Los juegos también son una oportunidad para extender las redes de atención especial para ese 6,43 por ciento del total de la población nacional que componen los minusválidos.
Entre tanto, el gobierno central de China ha financiado más de 6.000 escuelas y centros de entrenamiento especiales para personas con discapacidades, junto con cerca de 20.000 centros de rehabilitación, dijo Lu Shiming, vicepresidente de la Federación de Personas Minusválidas de China.
El Ministerio de Recursos Humanos y Seguridad Social anunció el lunes que los 83 millones de minusválidos de China están cubiertos por la red de seguridad social, y cerca de 20 millones de ellos son empleados.