En Islandia, los alquimistas del siglo XXI están transformando el dióxido de carbono en roca por toda la eternidad, limpiando el aire de las emisiones dañinas que causan el calentamiento global.
La tecnología imita, en formato acelerado, un proceso natural que puede llevar miles de años, inyectando CO2 en la roca de basalto porosa donde se mineraliza, capturándola para siempre.
"Con este método, realmente hemos cambiado la escala de tiempo dramáticamente", explicó la geóloga Sandra Osk Snaebjornsdottir.
El dióxido de carbono es un gas de efecto invernadero emitido en grandes cantidades por el sector del transporte, las industrias y los volcanes de Islandia.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU está promoviendo varios métodos de captura y almacenamiento de carbono (CCS) en un intento por limitar el aumento de las temperaturas promedio a 1,5 ° C.
Snaebjornsdottir está trabajando en el proyecto CarbFix de Islandia con investigadores e ingenieros de la empresa de servicios públicos Reykjavik Energy, la Universidad de Islandia, el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) de Francia y la Universidad de Columbia en los Estados Unidos.
En Islandia, un país de glaciares y volcanes, al menos la mitad de la energía producida proviene de fuentes geotérmicas; una buena noticia para los investigadores de CarbFix, que han convertido la planta de energía geotérmica Hellisheidi, una de las más grandes del mundo, en su propio laboratorio.
La planta, ubicada en el volcán Hengill en el suroeste de Islandia, se asienta sobre una capa de roca de basalto formada por lava enfriada y tiene acceso a cantidades prácticamente ilimitadas de agua.
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