Un reactor de fusión nuclear estará en capacidad de generar electricidad con fines comerciales en unos 50 años, predijo ayer en Beijing Wan Yuanxi, director del equipo de científicos chinos dedicado a la investigación del modelo de reactor Tokamak.
Wan afirmó que los experimentos marchan fluidamente en un laboratorio nacional dentro del Instituto de Física Plasmática de la Academia de Ciencias de China, localizado en la ciudad oriental de Hefei, provincia de Anhui, donde está ubicado el primer reactor de modelo Tokamak del país.
En 2003, China entró a participar en el programa del Reactor Termonuclear Experimental Internacional (ITER, siglas en inglés), un consorcio global que busca demostrar la factibilidad científica y tecnológica de la fusión nuclear a un coste estimado de 4.600 millones de euros.
Desde entonces, China empezó a reunir datos sobre el reactor EAST (Experimental Advanced Superconducting Tokamak), basado en un diseño ruso.
A finales de septiembre del 2006, en el mismo laboratorio, los científicos chinos registraron la primera prueba con resultados exitosos, en la cual, partículas de deuterio y tritio fueron forzadas a combinarse a una temperatura de 100 millones de grados centígrados.
La prueba duró menos de tres segundos y generó una corriente eléctrica de 200 kiloamperios, según Wan, quien destacó que las instalaciones han seguido funcionando bien tras el experimento.
Wan anunció que el objetivo final de su equipo es lograr que el reactor EAST cree un plasma durante 1.000 segundos consecutivos.
Habida cuenta de que a través de la tecnología de fusión, el deuterio (variedad de hidrógeno) extraído de un litro de agua marina podría producir una cantidad de energía equivalente a la generada por la combustión de 300 litros de gasolina, los científicos sostienen que un reactor de fusión terminado y en óptimas condiciones de operación ofrecerá energía más económica, segura, y limpia, además de inagotable.
El proyecto ITER fue iniciado por Estados Unidos y la antigua Unión Soviética en 1986, y de acuerdo con su propio cronograma, deberá completarse antes de 2016.
Actualmente, cuenta con la participación de la Unión Europea, el mayor aportador con un 50%, Rusia, Estados Unidos, Japón, China, la República de Corea, e India, cada uno de los cuales contribuye un 10% del coste total.