El turismo chino: "Finalmente estamos viendo el mundo"

En el zoológico de tigres Sriracha, que ve unos 2.000 turistas chinos diariamente, los visitantes pueden posar para sacarse fotos con uno de los 400 tigres guardados en recintos empolvados. Además pueden disfrutar “la inteligencia de los cerdos en el espectáculo de los cerdos” o disparar con pistolas de aire a objetivos para hacer que caiga carne en los comederos “Dispara y Alimenta”en la arena de los tigres. El zoológico ha existido durante años, en medio de una controversia acerca de si los dóciles tigres son drogados o golpeados, así como su política de perpetuar estereotipos raciales al contratar africanos para posar en taparrabos- sin embargo, los turistas chinos que tienen un horario que seguir, no tienen tiempo de pensar en nada de eso.

Shu-Hsuan Chi y Tzu-Chen Wu, ambas de 60 años,atienden una sesión de alimentación de tigres. Las dos mujeres del puerto norteño de Dalian, trabajaban en la misma tienda de conveniencia. Están celebrando su retiro con un tour de 10 días por Japón, Corea y Tailandia. Pattaya es su última parada. “No tenemos problemas económicos en China ahora y tenemos tiempo libre para viajar”dice Wu, quien lleva un peinado estilo colmena que se hizo especialmente para “durar todo el viaje” y evitar tener que visitar un salón de belleza extranjero. “Ha sido agotador, pero agradable. Tenemos muchas cosas que contarle a nuestras familias y amigos cuando volvamos a casa”.

Otro turista, un desarrollador inmobiliario de 40 años llamado Min Liu, de la provincia central de Henan, dice que tendrá mucho de que hablar cuando regrese. Sin embargo, la mayor parte no serán cosas positivas. “Esta es la primera y última vez que dejo China”dice. Llegó al extranjero “por curiosidad”, pero piensa que Tailandia es ineficiente y mucho menos segura que China. “Además, la comida local huele mal y el sabor está mal. No es adecuado para los chinos” dice Liu.

El boom de los viajeros chinos es similar a las olas pasadas de turismo masivo entre las nuevas clases medias acomodadas. Thomas Cook básicamente inventó los paquetes de tours en los años de 1850, cuando comenzó a llevar a grupos de industriales británicos en “grandes tours circulares” en Europa, provocando una nueva actividad de ocio entre los adinerados (quienes también refunfuñaban por la comida exótica). Los estadounidenses les siguieron con sus ruidosas voces y sus aún más estrenduosos vestuarios en los años 50. Después llegaron los japoneses, con sus sombreros para el sol y sus cámaras, durante la “burbuja económica” de los años 70 y 80.

Una de las diferencias principales de la actualidad es que la industria turística mundial está mucho más desarrollada y finamente calibrada para maximizar las ganancias. Proporcionar“atracciones” sin fin y servicios para deslumbrar a los turistas es ahora un negocio gigantesco, y el turismo tiene un valor estimado del 9% del PIB mundial. Incluso cuando los turistas no viajan en grupos, tal como hacen algunos pocos chinos conforme pasa el tiempo, no es sencillo para los países encontrar el equilibrio adecuado entre proscribir sus actividades y permitirles descubrir lugares por ellos mismos.

Pimpingfar Chokrapinnpass, un encargado de marketing de la Autoridad Turística de Tailandia, admite que: “Queremos que los visitantes tengan experiencias auténticas de nuestra cultura y gente, pero no siempre es posible debido a la forma en que trabaja la industria”

El turismo chino ha sido lento en despegar en el Reino Unido, por ejemplo. Parte del problema se debe a que el país no pertenece al programa Schengen, que permite a los viajeros visitar la mayor parte de Europa con una sola visa. Sin embargo, el Reino Unido está haciendo grandes esfuerzos para promoverse en China. En septiembre,la aerolínea British Airways lanzó su nuevo vuelo directo desde la ciudad china de Chengdu hasta el aeropuerto de Heathrow. Para promocionarlo contrataron a 50 personas que se vistieron de pandas y bailaron, incluyendo pandas vestidos de personajes famosos, tales como David Beckham, Sherlock Holmes y Harry Potter. Incluso hubo una pareja de pandas de los duques de Cambridge, acompañados de un bebé panda.

Sin embargo, los pandas bailarines no resolverán todo. Por ejemplo, el pueblo de Barnsley, donde nació James Taylor Hudson, un misionario ampliamente reconocido por introducir el cristianismo en China en 1850. Algunos en Barnsley piensan que la ciudad puede atraer a millones de peregrinos chinos- existen alrededor de 70 millones de cristianos en China- e incluso convertirse en “una nueva Belén”. Sin embargo, en agosto el diario local informó que una mujer de Beijing que llegó a medir el potencial del pueblo, dijo que los inversionistas chinos estaban “decepcionados” con sus hallazgos. “Los visitantes chinos adoran las compras de medianoche, masajes y karaoke, no los bares y beber” dijo Mary Lui de 58 años. “Pero no pueden encontrarlo aquí en Barnsley”.

Lui sugirió que el pueblo considerara abrir un centro de compras que abriera las 24 horas, un restaurante chino “auténtico” y un centro de salud. Sin embargo, pareciera que de lo que realmente se quejan los inversionistas es que no hay suficientes grandes negocios para hacer dinero del flujo de turistas. Wolfgang Georg Arlt, del Instituto de Investigación del Turismo Chino dice que las encuestas y los foros en la red dentro de China demuestran repetidamente que los turistas modernos son “más abiertos”. Tanto China como occidente, harían bien en dejar de recurrir a los estereotipos y encontrar lo que le gusta realmente a la gente.

Uno de tales estereotipos es que los turistas chinos son compradores obsesivos que adquieren los contenidos completos de las boutiques de lujo. Muchos chinos compran, efectivamente, artículos de diseñadores en el extranjero – en los años venideros se espera que compren más bienes de lujo que todas las demás nacionalidades combinadas- junto con el amor por los símbolos de estatus, los impuestos de hasta 60% en dichos productos en China explican en parte este fenómeno.

De regreso en Pattaya, la guía de viajes Angela Wu, dice que las compras rara vez son el único propósito de un viaje al extranjero. Wu, de 45 años, originaria de Shanghái, fuma un cigarro tras otro en el lobby de Miss Tiffany, un show de travestis, mientras que el grupo a su cargo admira el espectáculo. “La mayoría de las personas viajan porque quieren ver algo que no pueden ver en China” explica. “Les interesan los sitios históricos y las obras de arte famosas de Europa, y los paisajes naturales de América y Australia”.

Los espectaculares ladyboys de Pattaya son otro ejemplo de algo que no pueden ver en casa. (En el itinerario del grupo, la palabra en chino utilizada para describirlos se traduce como “persona-criatura”). Luego del espectáculo, los artistas enfundados en lentejuelas y altísimos peinados llegan al lobby para posar para las fotografías con los turistas por una tarifa de 40 bahts (poco más de 1 dólar). “Por favor informe a la administración si los artistas se comportan mal”, dice un gran letrero advirtiendo de que los artistas intenten cobrar un cargo extra. Sin embargo, en esta ocasión son algunos de los chinos quienes se comportan mal al intentar apretar los pechos de los ladyboys durante sus sesiones fotográficas. “Piensan que está bien porque los pechos no son reales” dice Wu cansadamente.

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