algunas tribus aborígenes cubren con ramas los cadáveres y recogen los líquidos producidos durante la descomposición para untar a los jóvenes y transmitirles las virtudes del muerto. Los huesos son pintados y portados por la familia.
la tribu yanomamö atribuye la muerte a maniobras de chamanes y demonios; por eso crema los cuerpos inmediatamente. Un año después, los familiares toman la ceniza en una sopa para transportar el alma hacia el paraíso.