Sin embargo, para algunos el "sueño chino" no es tanto descubrir el propio potencial, sino más bien ayudar a otros a descubrir el suyo.
Tom Stader, fundador del Proyecto Biblioteca, una organización no gubernamental con base en Xi'an que realiza donaciones a bibliotecas de escuelas rurales con pocos recursos, vino por primera vez a China para trabajar en una escuela de idiomas en la ciudad nororiental de Dalian, en la provincia de Liaoning.
Después de dos años trabajando en Dalian, la vida de Stader dio un brusco giro cuando se le encargó que buscara financiación para la escuela entre organizaciones de caridad como parte de su responsabilidades.
El americano, de 36 años, puso en marcha un plan para llevar libros a los orfanatos de Dalian, donde la literatura es un bien escaso. La respuesta fue abrumadora, recolectando más de 3.400 yuanes ($518) y unos 600 libros en tan sólo dos días.
Viendo lo mucho que podía ayudar a aquellos que lo necesitaban, Stader abandonó su puesto en la escuela y puso en marcha un proyecto que se ha acabado desarrollando hasta alcanzar enormes proporciones. Su organización ha donado libros a cientos de bibliotecas en nada menos que 21 provincias de China.
"Empecé este proyecto con 500 dólares y un par de amigos como única ayuda, y construir esta organización de la nada a lo largo de todos estos años ha sido realmente como ver un sueño convertido en realidad" dice Stader.
Atribuyendo su éxito a la buena acogida que tienen en China las propuestas que albergan buenas intenciones, así como al relativamente bajo coste de poner en marcha el negocio, Stader dice que "la barrera para entrar en China es bastante pequeña si lo ves en términos de negocio, ya que no necesitas tener mucho dinero para empezar algo grande aquí".
Stader dice que si hubiera permanecido en los Estados Unidos, las oportunidades de poner en marcha una ONG hubieran sido mínimas para él, dada la sobreabundancia de organizaciones de este tipo que ya están operando allí.
"El proyecto proviene de la necesidad. En Estados Unidos ya existen muchas buenas organizaciones, y no estoy seguro de que allí nuestro proyecto hubiera tenido el impacto que ha tenido aquí," comenta.
Fue también ver la necesidad en un mercado sin explorar lo que llevó a Briton Will Yorke, dueño del Vineyard Cafe, uno de los restaurantes extranjeros de moda de Beijing, a aventurarse a dejar su ocupación como DJ para convertirse en un respectado empresario en un hutong en ciernes de la capital china.
Habiendo venido por primera vez a China en 1997 para estudiar chino, Yorke estuvo entre los primeros extranjeros en traer la música electrónica a la ciudad, lo que le ganó una pequeña reputación en la escena musical y de clubes pekinesa.
Después de terminar sus estudios y explorar una variedad de trabajos diferentes, incluyendo una escuela de artes marciales, este empresario de 35 años recordó sus experiencias trabajando en restaurantes cuando era joven y se encontró de repente en la increíble situación de verse a si mismo como dueño de un restaurante.
"Fue una mezcla de brillantez y un número de casualidades que me llevaron a abrir este restaurante," comenta. "Nunca fue mi intención abrir un negocio de este tipo en Beijing, nunca pensé que esto iba a ser lo que haría en un futuro."
El café, situado en el ahora muy popular hutong Wudaoying, fue el primer negocio extranjero que abrió en la zona, catalizando la apertura de tiendas y otros cafés a lo largo de la vieja calle.