China ostenta una vasta cultura religiosa, manifiesta en su diversidad de templos, que nos dan acceso y nos permiten conocer sus raíces y descubrir las entrañas de sus pensamientos. Son lugares donde se aprende a vivir a tono con la naturaleza, a respetar todo lo que de ella emana aceptando sus condiciones, a contemplar y a esparcir nuestros pensamientos.

De sus técnicas de lucha aprendemos a usar la energía corporal, a transformarla en positiva y emplearla para mantener nuestra mente y corazón en el camino del buen sentido y la armonía.