Mirando al cielo desde el interior del valle de la Eterna Primavera, el puente del Cielo aparece suspendido sobre la cabeza como una roca cuadrada. Al descender hasta el fondo del valle, uno se convierte, sin darse cuenta, en parte del paisaje que otros turistas contemplan desde dicho puente.

Dado que el principal componente del cañón de las Rocas Rojas es arenisca de cuarzo, las estalactitas son muy escasas. Pero en una cueva que resulta fácil pasar por alto, un foco de luz roja dirige la atención de los turistas hacia un singular paisaje formado por este tipo de concreciones. El carbonato cálcico, principal componente del cañón, corroe esta piedra resiguiendo sus grietas y, poco a poco, va emulsionándola. Cerca de la cima de la cueva hay lo que según la guía Lu Ziting se conoce como "piedra colgante milenaria":

"Los lugareños la llaman 'piedra para ver el corazón'. Antes de casarse, las parejas de enamorados vienen aquí; si alguien no dice la verdad, se desprenden trocitos de piedra. Esta creencia popular es un reflejo de la aspiración al amor verdadero."

Pero además de las geniales creaciones de la naturaleza hay que tener en cuenta un factor muy importante: el factor humano. Zhao Weixing, subdirector del Departamento de Turismo de Jiaozuo, nos informó de que a partir del 2003, la economía de esta ciudad, hasta entonces centrada en la producción de carbón, empezó a desplazarse hacia el sector turístico. En el tiempo transcurrido desde entonces se han ejecutado numerosos proyectos para proteger los recursos naturales y poder explotarlos racionalmente, respetándose en todo momento el medio ambiente y los principios económicos.

"Antes solo se pensaba en abrir las montañas con barrenos para extraer los recursos. Pero a raíz del desarrollo del turismo, empezamos a invertir en la protección del entorno. En las montañas dañadas por las explosiones pusimos tierra procedente de otros lugares y plantamos árboles y otros tipos de vegetación. Ahora, las montañas han recuperado su verdor natural".