La semana pasada se lanzó una serie de actos memoriales, aplaudidos por la viuda de Wang, la afamada sexóloga Li Yinhe. Y estos actos han tenido lugar no solamente en las metrópolis chinas como Beijing y Shanghai, sino también en el campo del distrito de Longchuan, provincia sudoccidental de Yunnan, donde Wang estuvo tres años trabajando duro junto con los campesinos locales durante la "revolución cultural " (1966-1976).
"Con cada año que pasa, la conmemoración se ha tornado una especie de ritual sagrado. Y los lectores y fanáticos de Wang lo han ascendido virtualmente al estatus de un icono cultural", dice Huang Jiwei, un escritor y editor de Beijing, quien añade que Wang es "sencillamente un joven dedicado a las letras".
Según el columnista del Diario de la Juventud China, Bi Wenchang, "ninguna de estas actividades memoriales es auspiciada por el gobierno o se orienta a propósitos comerciales. Las han realizado espontáneamente los fanáticos y lectores de Wang, a quienes realmente les encanta leer sus obras".
"Los trabajos de Wang no solamente ganaron el corazón de muchos jóvenes chinos diez años atrás, sino también a incontables seguidores de todas las edades hoy en día, mientras muchos de sus coetáneos han sido olvidados o ignorados. En este sentido, Wang ha resistido la prueba del tiempo", dice Bi, agregando que, "esto es un fenómeno significativo que merece atención".
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