El Año Nuevo chino ante la desaparición del Beijing tradicional

Para muchos residentes en la capital, un siheyuan es mucho más que un techo y cuatro paredes.

"Es, en cierta forma, un estilo de vida, toda una rareza en el creciente bosque de cemento de la ciudad moderna", sostiene Zhang Wei, fotógrafo de 30 años que creció en una de estas viviendas y trata ahora de adelantarse a las excavadoras para registrar la esencia de los siheyuan antes de que éstos queden reducidos a escombros.

"Los siheyuan son las células de Beijing y los hutong su sangre. Ahora la sangre se seca y las células sufren gangrena", lamenta Zhang.

En los recovecos de los hutong quedan latentes las historias. Las viviendas del hutong Lanman fueron una vez hoteles para los opositores provenientes de la provincia de Jiangxi, quienes trataban de aprobar las oposiciones públicas en la dinastía Qing.

A poca distancia de los hoteles se encuentra una mansión de madera de dos plantas: la antigua residencia de un oficial de la dinastía Song que se murió de hambre tras la caída de la dinastía.

Zhang Wei alerta: "si las viviendas son demolidas las historias perecen enterradas entre los escombros".

Sin embargo, para muchos residentes, quienes a menudo tienen que compartir sus patios con cada vez más familias, las pobres instalaciones y condiciones de la vida en los hutong les hacen desear un traslado a apartamentos modernos.

Muchas de las viviendas que se agolpan en los hutong de Beijing son lugares completamente desvencijados, sin calefacción, baño ni ninguna otra instalación contemporánea. La única fuente de calor en la mayor parte de las viviendas son estufas alimentadas con carbón o madera y una visita al aseo suele requerir un paseo calle abajo hasta el baño público más cercano.

La señora Zhang, tras más de medio siglo de vida en el hutong Xizhuan, reside en la actualidad junto a su marido y su nieta en una habitación de 12 metros cuadrados. Las viviendas adyacentes, ampliadas sin restricciones, han convertido el antiguamente amplio patio central en lo que Zhang considera un túnel.

"A pesar de llevar viviendo aquí muchos años, espero que este lugar sea demolido lo antes posible", afirma.

"Preferiría pasar la Fiesta de la Primavera en un edificio amplio, luminoso y limpio. Al menos no tendríamos que correr calle abajo para llegar al aseo".

Chen Jianjun, subdirector de la oficina del Comité de Planificación Urbana de Beijing, sostiene que las autoridades tratan de preservar la esencia de la ciudad mediante la restauración o construcción de nuevas versiones de las viviendas tradicionales.

"Hemos señalado 33 áreas en el núcleo urbano, donde se conservarán las viviendas tradicionales y sus callejuelas, cifra que supone un 29% de los 62,5 kilómetros cuadrados del núcleo urbano de Beijing", afirma Chen, quien recuerda que debido al incremento de la densidad de población, hasta triplicar o quintuplicar la registrada en ciudades como Londres y Nueva York, los residentes deben ser gradualmente reubicados.

Para Liu Zhenru, sin embargo, el siheyuan es su tesoro. "No tengo ningún inconveniente por vivir aquí. Beijing perderá su color sin las viejas viviendas, si éstas fueran reparadas y amuebladas sería perfecto".

(25/02/2007, CIIC-Agencia de Xinhua)

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