Los “invasores” acabaron retirándose tras negociar con autoridades militares y drusas. Algunos pedieron, sin éxito, que se les concediera asilo para escapar de la oleada represiva desatada por el Gobierno sirio y todos insistieron en que no habían entrado en territorio israelí, sino en una región de Siria ilegalmente ocupada.

También en Gaza y Cisjordania se registraron fuertes protestas por el nakba, en las que jóvenes palestinos lanzaron piedras y cócteles molotov contra el muro israelí y un tanque, a lo que el lado judío respondió con varios disparos, uno de los cuales causó la muerte a un joven de 18 años. No obstante, el Ejército de Israel aseguró que sus soldados habían disparado “de forma controlada” y “apuntando a las piernas”.

Numerosos palestinos consideran que las protestas con las que se ha conmemorado este año la nakba constituían algo parecido a un ensayo general de lo que podría ocurrir a partir de septiembre, si las expectativas de que la comunidad internacional reconociera su Estado se vieran frustradas.

Este fin de semana trascendieron también los vídeos de la ONG Breaking the Silence (Shovrim Shtika), que ya ha publicado varios centenares de testimonios de soldados y ex soldados israelíes, en los que algunas de estas personas relatan en cámara cómo y cuándo dejaron de comportarse como soldados y asumieron la tarea de hostigar y humillar a los palestinos en un territorio ocupado.

Breaking the Silence, financiada por organizaciones judías y árabes y por varios Gobiernos europeos, explica que la ocupación de los territorios palestinos no solo degrada a los ocupados, sino también a los ocupantes, precisa en su edición de este lunes el diario El País.

Las autoridades israelíes y los mandos militares hacen lo posible para que el silencio no sea roto. Acusan a la ONG de tener objetivos políticos y, sobre todo, de basar sus denuncias en testimonios anónimos, lo que, dicen, impide investigar los hechos denunciados.

Desde su fundación por tres soldados recién licenciados, en 2004, Breaking the Silence ha encubierto las identidades de quienes revelan sus experiencias militares para protegerles frente a posibles acciones legales. Pero en esta ocasión, medio centenar de ex soldados decidieron ofrecer su rostro y su nombre para que no quepa duda de que lo que cuentan es cierto.