Dicen los organizadores que este año han llegado a los 3.500 participantes en paños menores, secundados por tantos otros en 50 ciudades, como Madrid o Barcelona. La policía de Nueva York no ha querido entrar en la guerra de cifras y se ha conformado con vigilar de cerca el río incesante de calzoncillos, bragas, pantis, ligueros y demás demostraciones de intensa vida interior.
A los periodistas se nos pidió que dejáramos de ejercer por un solo día de “mirones” y nos sumáramos a la colorista orgía bajo tierra. Pero lo cierto es que hacía frío, demasiado frío, como para quedarse en gayumbos en los decrépitos andenes.
Nos apuntamos, eso sí, a una pequeña avanzadilla de “agentes secretos”, reunidos en Foley Square entre los vestigios de la reciente nevada. Nos sumergimos con ellos en el “subway” y fuimos testigos del “striptease” colectivo que sacó del sopor dominical a los anodinos pasajeros del metro.
Claire Jackson, estudiante de Marketing y vecina del Bronx, mostró con orgullo sus poderosos muslos morenos y sus bragas ajustadísimas de color verde chillón. Alguien le preguntó que por qué lo hacía y ella respondió entre risas: “¿Por qué no?”. Era su tercer Día Sin Pantalones, y esta vez se trajo a tres amigas que tardaron algo más en entrar en calor.
El metro paró en Union Square, y allí empezaron a salir como ratas los “exhibicionistas” en gabardina como Jason Perry, con unos calzoncillos rojos que llevaban escrito a la altura de los glúteos: “Fotografíame”.
“Si os preguntan, decid que os molestan los pantalones o que se os han olvidado en casa”, fueron las instrucciones que recibieron los “agentes secetos” antes de entregarse durante tres horas a su provocadora misión. “Sed amables y divertiros todo lo que podáis. Dejaros hacer fotos, porque de eso se trata.. Y no os preocupéis por la policía, están habituados a ver de todo en Nueva York”.