Tratado de Libre Comercio (TLC) garantiza las estrechas relaciones comerciales
“Muchos chilenos acuden a Guangzhou todos los años para asistir a la feria internacional, y también son muchos quienes vienen a Shanghai. En promedio, al año visitan China entre 8.000 y 10.000 chilenos, entre hombres de negocios, estudiantes, turistas y diplomáticos, un número que está creciendo”, señala Marín. En muchos casos, se trata de viajes de negocio combinados, es decir, primero se visita Estados Unidos, por ejemplo, y luego se viene a China. Por eso, “estamos trabajando actualmente en la idea de establecer algún enlace aéreo más directo entre Chile y China, porque ahora siempre tenemos que venir a través de Europa o EE.UU., lo que resulta más complicado. Estamos estudiando la posibilidad de disponer de un vuelo directo entre Chile y China”, revela.
Chile fue el primer país latinoamericano en reconocer el estatus de economía de mercado de China, así como el primero en firmar con ella un Tratado de Libre Comercio (TLC). Desde la entrada en vigor de dicho TLC, en el año 2006, cubriendo el intercambio de mercancías, el comercio bilateral se ha cuadruplicado, pasando de totalizar algo menos de 4.000 millones de dólares a sumar unos 17.000 millones, siendo China ahora el principal destino de las exportaciones chilenas. “Si bien las estadísticas muestran una balanza comercial favorable a Chile, al analizar en detalle los productos intercambiados, se puede observar que, mientras que un gran porcentaje de las exportaciones chilenas de mayor valor corresponde a materias primas (minerales y celulosa), la canasta de artículos que China exporta a Chile es mucho más variada, abarcando desde textiles hasta electrónica, juguetes, etc”, describe el diplomático chileno.
Cabe destacar que, justo un día antes de realizarse esta entrevista, el pasado 1 de agosto, entró en vigor el TLC para los servicios, instrumento que permitirá aumentar el intercambio en áreas como los servicios mineros, el transporte aéreo, la informática, la prospección geológica, la geofísica, el mercado inmobiliario, la publicidad, la consultoría, los estudios de mercado, el medio ambiente, los servicios legales e incluso los deportes.
Marín nos cita dos ejemplos de cómo el acuerdo complementario del TCL puede promover el comercio de servicios. El primero es el turismo: aunque son ya muchos los chinos que viajan al extranjero en sus vacaciones, sólo unos pocos lo hacen a Chile. Ahora, las agencias de viajes y líneas aéreas dispondrán de muchas facilidades para proporcionar sus servicios a los ciudadanos chinos y que estos escojan Chile como destino de sus viajes, así como para que los chilenos visiten China.
Otro ejemplo podrían ser las infraestructuras. Tras el terremoto de Chile, muchos puentes y carreteras deberán ser reconstruidos, obras que Chile licitará internacionalmente; se trata de un volumen importante para el comercio exterior, ya que el importe total asciende a 12 millones de dólares. Marín confía en que China pueda invertir en infraestructuras en Chile y es optimista en cuanto a la posible adjudicación a este país de un porcentaje de las obras de reconstrucción, ya que las carreteras chinas son de gran factura. El TLC, además, permitirá que los arquitectos chinos viajen a Chile con facilidad.