Al echar una mirada retrospectiva al año 2008, China mantuvo en conjunto un desarrollo estable en sus relaciones diplomáticas con muchos países. Las relaciones sino-europeas, sin embargo, registraron altibajos excepcionales, llegando a ser el conflicto más destacado en las relaciones exteriores de China. No podemos sino preguntar: ¿Cuáles son las causas?
Cambios profundos en las relaciones China-Europa
Las confrontaciones en torno a los Juegos Olímpicos de Beijing y el problema del Tíbet reflejaron los profundos cambios en la política de la Unión Europea para con China y en las relaciones bilaterales, manifestados principalmente en los siguientes cinco aspectos:
1. La Unión Europea modificó su definición sobre la posición de China, de “país en vías de desarrollo” a “país poderoso en lo económico” y de “socio estratégico en todos los aspectos” a “competidor dinámico”. Afirmó que China “será el mayor desafío para la política de comercio exterior de la Unión Europea en los próximos 10 años” y también un “importante reto para el desarrollo sustentable a nivel global”.
2. La Unión Europea endureció su política comercial para con China, subrayando que se debía tratar a China como un país desarrollado. Ejerció presión sobre este país en lo referente a la propiedad intelectual, el mecanismo de paridad, el acceso al mercado, el déficit comercial y la política energética. En materia de cambios climáticos, le exigió asumir más obligaciones por la reducción de emisiones contaminantes, con el fin de debilitar la superioridad competitiva de China y expandir el mercado para sus propias tecnologías de protección ambiental. Demandó además a China ir “más allá de sus compromisos por el ingreso a la Organización Mundial de Comercio”, abrir su mercado de servicios financieros y seguros y observar las supuestas “normas laborales internacionales”. Aumentó notablemente los casos antidumping contra China y alegó que seguiría aplicando las medidas de proteccionismo comercial para obligar a China a brindar “condiciones comerciales totalmente equitativas”.
3. Se agravó el color ideológico. Partiendo del impulso de la “diplomacia de valores”, la Unión Europea hizo comentarios arbitrarios sobre la “situación de los derechos humanos” en China y exigió “frutos concretos” del “diálogo sino-europeo sobre los derechos humanos”, con el objetivo de forzarla a avanzar hacia una “sociedad más abierta y pluralista”. Respecto al problema del Tíbet y los Juegos Olímpicos, algunos países europeos hicieron demostraciones maliciosas raramente vistas.
4. La Unión Europea retrocedió en su posición sobre los problemas que atañen a los intereses vitales de China. En el problema de Taiwán, a pesar de que persistió en su “política de una sola China”, llamó a mantener el “equilibrio regional” en lo militar, con la intención de obligar a China a abandonar el uso de la fuerza. En el problema del Tíbet, afirmó que conservaba el “derecho” de entrevistarse con el Dalai Lama y, so pretexto de salvaguardar la cultura peculiar y la libertad religiosa tibetanas, estimuló y respaldó en forma disfrazada las actividades separatistas étnicas del Dalai Lama. Agregó más prerrequisitos para la supresión de su prohibición de ventas de armas a China y vinculó el “mejoramiento del estado de los derechos humanos” con la situación del estrecho de Taiwan. Hace poco, en torno al cierre norteamericano de su cárcel en Guantánamo, algunos países europeos vienen deliberando sobre la admisión de miembros del “Movimiento Islámico del Turkestán Oriental”, organización terrorista confirmada por la ONU. Si eso sucede de verdad, significará que la Unión Europea aplica un doble criterio a China en la lucha contra el terrorismo.
5. Presionó a China para que asumiera “crecientes responsabilidades internacionales”. Planteó la necesidad de normalizar las políticas interna y exterior de China conforme a las reglas de juego internacionales e incluirla en el sistema internacional predominado por el Occidente. En las cuestiones candentes relativas a Darfur, Birmania y Zimbabwe, difundió exageradamente la supuesta “responsabilidad china”. En expresión de su fuerte resentimiento hacia el ascenso de la capacidad influyente de China en Africa, la Unión Europea acusó que la política de no intervención en los asunto internos y no condición política adicional de China en su ayuda a este continente “saboteó” su política para con Africa destinada a promover la “buena administración” y los derechos humanos.