En primavera de 2008, después de recibir el “bastón del poder” de la mano de su hermano, Fidel Castro, Raúl Castro, de 77 años, desplegó en Cuba una evolución, que, en vez de una revolución espectacular, está cambiando la vida del pueblo.
Emprender el camino de la reforma
El 24 de febrero de 2008, Raúl Castro fue elegido presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, sucediendo oficialmente en el cargo a Fidel Castro, quien lo trasladó por causas de salud. “El nuevo Gobierno suprimirá algunas restricciones, comenzando a mejorar la vida del pueblo y cambiar el sistema de doble circulación monetaria; el proceso de modificación de los métodos de suministro de artículos de uso cotidiano por cuotas se materializará gradualmente y no se podrá alcanzar la meta de un salto”.
El discurso de investidura de Raúl encendió la esperanza de los cubanos.
Con el cambio de la situación, tanto del país como del mundo, se ha elevado cada vez más el clamor por acelerar la reforma nacional. Adaptándose a la voluntad del pueblo, Raúl decidió iniciar la reforma económica.
El 19 de febrero de 2008, en su Carta al pueblo cubano, Fidel Castro declaró que no “buscará ni aceptará” asumir otra vez los cargos de presidente de los Consejos de Estado y de Ministros y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Diez días después, Cuba firmó los convenios internacionales sobre los Derechos Ciudadanos y Políticos y los Derechos Económicos, Sociales y Culturales, a los que se opuso resueltamente Fidel Castro. “Con esta práctica Raúl da una señal de reforma a la comunidad internacional”, comentó entonces la cadena estadounidense de noticias CNN.
¿China como “maestro”?
A medida que el Gobierno cubano ha ido aplicando algunas medidas, los medios occidentales comentan que la reforma cubana tiene el “factor de China” en muchos aspectos, como el transporte.
Raúl, luego de asumir como presidente, ha centrado sus esfuerzos por mejorar las estructuras del transporte. Desde abril, los denominados “camellos” (medio de transporte rústico tirado por camiones que circularon durante más de tres lustros por las principales ciudades cubanas) fueron reemplazados por nuevos autobuses de fabricación china. En los próximos cinco años el Gobierno del país caribeño asignará 2 millones de dólares al desarrollo del sector.
“Son rápidos, espaciosos y cómodos, además de tener música. Tomar el autobús es un verdadero goce”, dice con alegría un trabajador de una compañía de equipos eléctricos. “Agradecemos la ayuda de China, usamos muchos electrodomésticos fabricados en China. China y Cuba han sido siempre una familia”.
Las experiencias exitosas de la Reforma y Apertura conseguidas por los “propios miembros de casa” impresionaron a Raúl. En 1997, viajó por primera vez la nación asiática, visitó muchos lugares y comprendió sus políticas y experiencias al respecto. Al regresar al país invitó a los funcionarios que le habían acompañado en su estadía en China a visitar Cuba y dictar conferencias a los cuadros del Partido, Gobierno y ejército. En 2005 fue otra vez a China, realizando investigaciones más detalladas sobre las medidas de su reforma. Más tarde estableció un departamento especial en Cuba para estudiar las experiencias chinas. Algunos expertos cubanos en economía propusieron incluso “seguir el ejemplo de China”.
Sin embargo, aunque algunas medidas de la reforma cubana son similares al hilo de pensamiento del proceso inicial de China, la diferencia entre las realidades estatales, condiciones económicas y ambientes internacionales en que se encuentran los dos países determina que Cuba no puede copiar mecánicamente la modalidad china. Su transformación es una prueba audaz, después de aprender las experiencias de otros países, partiendo de sus condiciones propias y abriendo el camino de autodesarrollo.
La reforma cubana se adapta a la voluntad del pueblo y no produce agitación social, lo que personaliza la sabiduría política de los dirigentes y corresponde también a la esperanza de la comunidad internacional.
Conjunto Musical Aiyue de China debutó con éxito en el Vaticano
El 7 de mayo por la noche el Conjunto Musical Aiyue, de China, y el Coro del Teatro de la Ópera de Shanghai ofrecieron una función especial en el Gran Salón de Conciertos Pablo XI, del Vaticano, al que asistieron el embajador chino en Italia, Sun Yuxi, el Papa Benedicto XVI, italianos de origen chino y otras personalidades de diversos círculos del pontificio e Italia, que sumaban en total unas 6.000 personas. La presentación logró un éxito colosal.
En su discurso, el Papa Benedicto XVI expresó que el concierto ayuda a la gente a comprender aún más la historia de la nación china, su valor e ideal noble. La música es el vehículo de choque y entendimiento de las diversas naciones y culturas. Asimismo, extendió saludos al pueblo chino e hizo votos porque los Juegos Olímpicos de Beijing obtengan plenos éxitos.
El Conjunto Musical Aiyue de China y el Coro del Teatro de Ópera de Shanghai interpretaron con gran sentimiento el Requiem, de Mozart, y la música instrumental folklórica china, Jazmín. La representación consumada de los artistas chinos arrancó en varias ocasiones los aplausos calurosos de todo el público. Finalizado el espectáculo, los amigos extranjeros expresaron sus congratulaciones a la parte china, considerando que la función tiene un significado que hace época.