Con un vestuario de luces amarillas, incluida la corona, el movimiento de los brazos de 16 bailarines simuló un organismo que se contraía al ritmo de la música, algo sorprendente por la sensibilidad de sus actores que más que escuchar la música, la sienten.
La veracidad, el esteticismo, la conmoción y la superación se reflejaron en cada una de las distintas disciplinas de las bellas artes.
En la música: Zumulaiti, una cantante con discapacidad física, y Yang Haitao quien carece de sus capacidades visuales, le pusieron voz a dos canciones que a través de sus palabras dieron un mensaje de amor.
Son voces especiales que fueron reconocidas por los espectadores mexicanos, que si bien al principio no entendieron el lenguaje chino, la dulzura de sus interpretes fue suficiente para que se dieran cuenta que le cantaban a los sueños como el motor de la voluntad.
Enseguida llegó un solista de la Orquesta de Discapacitados Visuales quien con su Er-hu (instrumento de cuerdas típico de China) demostró que su mayor sensibilidad es la auditiva, misma que transmitió a los oídos de todos los presentes en la plaza más importante de México.
|