"Dejarme ir sin apuro por sus rincones llenos de historia; profanar el silencio de sus antiguos palacios, participar del disfrute de la creatividad en sus mercados de arte o abrazarme con su gente, me marcó para siempre en mi corazón", recordó.
Cada exposición es una prueba de fuego para el artista que pone sus cuadros en el medio de la esgrima de las opiniones, señaló Páez Vilaró, idolatrado en su país y conocido en todos los sectores sociales.
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