Sala de lectura infantil de la Biblioteca de Hangzhou
Podemos leer juntos
Los ciudadanos necesitan un proceso para aceptar la lectura gratuita. Lu Jing, bibliotecario del distrito de Gongshu, dijo que en los días posteriores a la apertura de la biblioteca, muchos ancianos vinieron y trajeron comida consigo y algunas madres llevaron a sus niños al baño de la biblioteca. Ese tipo de comportamiento ya ha desaparecido.
Sun Yizheng, ya jubilado, se ha convertido en un asiduo visitante del Centro Cultural de Gongchenqiao, al que remitió una carta de agradecimiento citando las palabras de Shakespeare: “Una vida sin libros es como una vida sin sol”.
Lo más importante es que frente a los libros, todos son iguales, como demuestra la escena que apreciamos en la zona de lectura para niños de la Biblioteca de Hangzhou: una madre elegantemente vestida y su hija de 8 años de edad, quienes viven cerca de la biblioteca, en una zona donde el precio medio de la vivienda es de 30.000 yuanes por metro cuadrado; junto a ellas, un abuelo con ropa usada, que viene con su nieta de 8 años de edad, después de recorrer 19 paradas de autobús. Hace cinco meses, se trasladaron a Hangzhou desde Huaian, Jiangsu, y toda la familia vive en una casa alquilada en el distrito de Gongshu, con el dinero que ganan los padres de la niña trabajando en la construcción.
Las dos pequeñas intentaron tomar el mismo libro del estante al mismo tiempo. “Yo llegué primero”, gritó una y la madre quedó sorprendida al ver que las niñas estaban peleando por el libro. Entonces, se puso en cuclillas y les dijo tiernamente: “cariño, si podéis leer juntas”.
Las niñas pensaron un rato y asintieron con la cabeza. Luego se sentaron a la mesa y empezaron a leer juntas el libro ‘El ave misteriosa’, escrito en pinyin.