Séptimo: el ciudadano medio de la China continental no ahorra menos que sus compatriotas de Hong Kong o los ciudadanos de Singapur o el Sureste Asiático: todos son ahorradores confucianos, que suelen poner en el banco un tercio de sus ingresos tras impuestos. Pero una diferencia evidente es que el 25 por ciento de los ahorros chinos lo constituyen los beneficios guardados de las empresas, muchas de ellas estatales. Mientras, en las economías privadas, las ganancias de esas compañías se convertirían en dividendos que irían a parar a los individuos, incrementando así el ingreso familiar y potenciando el consumo. Pero en China, se convierten en beneficios retenidos que dan lugar a una mayor acumulación de capital. Debido a la gran influencia de las empresas estatales, la familia se encuentra en una situación débil, por eso la reforma del modelo económico de China se enfrenta a graves desafíos.
Evidentemente, para China es imprescindible cambiar de forma radical el modelo de desarrollo económico. Pero existen razones estructurales -y culturales- por las que los chinos ahorran mucho y consumen poco, por ello la economía del país aún necesitará de mucho tiempo para lograr una economía más equilibrada.