Elección del nombre
Después de explicar las condiciones de esta costumbre, pasemos a describir las tradiciones de la ceremonia en sí.
La primera tarea de la familia es escoger el nombre. Esto puede hacerse de varias maneras. Es decisión de cada familia si el nombre dado al infante en la ceremonia será su nombre verdadero o un “nombre de leche”. El “nombre de leche” es un apodo que el niño usará hasta que empiece a ir a la escuela, o incluso hasta que se case.
Si escogen darle un apodo, muchas veces se le da a un varón un nombre femenino, bajo la creencia de que un hijo varón es una “presa de caza para los espíritus malignos” y que estos serán engañados si el niño tiene nombre de mujer. Si es una hija, o a veces también a un varón, se le da nombre de animal o algún nombre peyorativo, a modo cariñoso.
Normalmente son los abuelos qienes escogen el nombre real de un niño. Algunas veces se escoge simplemente por cómo suena o por su significado. En muchos lugares, los hermanos comparten un carácter común en sus nombres, y en algunos pueblos no sólo los miembros cercanos de la familia lo comparten, sino que es común en todos los hijos varones de un mismo linaje.
En ciertos lugares, sin embargo, el nombre no lo escogen los abuelos. Es un vidente quien da al niño un nombre que supla las deficiencias que pudiera tener según su naturaleza, incluyendo los cinco elementos de agua, fuego, tierra, madera y metal. Esto era considerado esencial para la supervivencia del niño, pero las supersticiones relacionadas con la elección del nombre de un bebé ya no son tan fuertes como antaño, y hoy en día muchos padres escogen el nombre ellos mismos.
La Celebración
Una vez escogido el nombre, se envían invitaciones a todos aquellos que honraron el nacimiento del niño. Se solía enviar un huevo duro pintado de color rojo, para notificar a familiares y amigos la futura celebración. En la actualidad, en las celebraciones en las grandes ciudades, se colocan en una mesa huevos pintados de colores vivos y los invitados pueden llevarse uno a casa como símbolo de buena suerte. También se les suele ofrecer a los invitados un poco de jengibre.