El montaje del tangka es también muy exigente. Se cosen pedazos de seda de diferente color en los bordes de la pintura y se instalan dos rollos de madera en los extremos superior e inferior. Muchos tangka llevan en su perímetro márgenes rojos y amarillos y se cubren con una seda de tamaño idéntico a la pintura.
Después de ser montados, los tangka de tema budista suelen ser llevados a monasterios para la ceremonia de descorrer el velo, en la que se invita a lamas para rezar sutras e imponer las huellas de sus manos con oro líquido o cinabrio. Sólo así el tangka puede considerarse como objeto espiritual y sagrado.
Los temas de los tangka son mayoritariamente religiosos y abarcan también la medicina y la farmacología tibetanas, acontecimientos históricos, biografías de personalidades, costumbres tibetanas, leyendas folklóricas y cuentos mitológicos, referentes a la política, la economía, la historia, la religión, el arte y la vida social. Por lo tanto, el tangka es considerado la enciclopedia de la etnia tibetana.
La diferencia en el tamaño de los tangka es notable. La pintura más pequeña, hecha en papel, tela o piel de oveja, equivale a la palma de la mano, mientras las más grandes llegan a decenas e incluso un centenar de metros cuadrados y puede cubrir la ladera completa de una montaña cuando se hallen extendida. En el Tíbet se celebran festivales que consisten en desplegar y descubrir enormes Tangkas sobre la ladera de una montaña.