Cuando la pintura de Yue Minjun, “El Papa”, se vendió por 2,14 millones de libras en una casa de subasta en Londres el año pasado, no sólo estableció un precio récord por una obra de arte moderna china, sino que colocó a la base artística de Yue, Beijing, en el mapa cultural internacional.
El antiguo pueblo rural de Songzhuang, situado en las afueras orientales de la ciudad, se ha convertido en uno de los centros de la escena de arte en vías de expansión en los últimos 10 años, atrayendo a artistas con sus alquileres baratos y cercanía a los crecientes mercados y galerías de la capital.
Sin embargo, los planes para una nueva urbanización de la “industria cultural” han suscitado un debate en la próspera comunidad, con muchos artistas temiendo que aumentaría los alquileres y obligaría la “comercialización” de la zona creativa.