¿Qué admiran a los chinos los extranjeros, sobre todo los de países desarrollados? Algunos dicen que a ellos les encanta la cultura china. Otros afirman que admiran el vigor de desarrollo económico surgido en los últimos años en nuestro país. No es probable en realidad. Lo que envidian es el modo de vida tradicional, armonioso y feliz que tienen varias generaciones de familias chinas. Especialmente los ancianos de otros países gustan de la alegría compartida entre los abuelos y nietos en la familia de la nación oriental.
En muchos países industrializados, debido a su sistema relativamente perfecto de bienestar social, se han establecido apartamentos o comunidades para las personas de tercera edad, las cuales en esos lugares especiales pueden criar animales y leer libros y periódicos, disfrutando libremente de un servicio de primera en su vejez. Sin embargo, todo esto no les hace sentirse felices, pues a causa del concepto desvanecido de la familia, tratan a sus hijos como desconocidos en el sentimiento, permaneciendo por largo tiempo en la soledad, sin poder experimentar una “vida familiar feliz”.
Aquellos ancianos que permanecen en sus casas no viven mejores circunstancias que los de la referida comunidad. En el supermercado se puede ver a algunos de ellos empujando con pasos tambaleantes el carrito lleno de artículos de uso cotidiano para el consumo de al menos una semana. En las calles aparecen a menudo algunas parejas de edad avanzada que pasean de la mano sin la compañía de sus hijos. Muchas personas viudas de edad avanzada esperan con mayor ansiedad que sus hijos les visiten, pero la realidad siempre les desespera. Esta es la situación de la vida del adulto mayor en esos países.
Al llegar a Francia, conocí a una anciana. En los últimos años nos escribíamos y nos veíamos con frecuencia. Tenía tres hijos que casi no la visitaban, excepto la hija que la llamaba de tarde en tarde. En la navidad pasada, teniendo en cuenta que no nos comunicamos en varios meses, le envié una tarjeta. No obstante, la tarjeta regresó pronto, notificándome que la destinataria había fallecido. Estaba triste y pensaba que quizá el funeral hubiese sido sencillo, a toda mecha, como los de otros muchos ancianos. Aunque se presentasen los hijos, lo harían por formalidad.
En Francia todos los años surgen un sin fin de desfiles por diversos derechos e intereses, en los que participan adolescentes, jóvenes y gente de mediana edad, pero no se ven casi ancianos. ¿Acaso no necesitan luchar por sus derechos? Tal vez sepan que ya no tienen muchos días y suspiran con sentimiento por la sociedad y la vida, calando la vanidad del mundo, como rezan los chinos.
Debido a las diferencias culturales y condiciones nacionales entre China y el Occidente, la vida de la tercera edad es distinta en estos dos mundos. En China se observa la tradición de piedad filial y el respeto y mantenimiento de los ancianos. La felicidad familiar entre los abuelos y nietos es considerada parte del “calor” de la vida por los occidentales. Ellos, por su parte, opinan que la preparación de los niños y la manutención de los ancianos son responsabilidades sociales, sin requerir el “autosacrificio”, lo cual queda de manifiesto en la igualdad de todos y la independencia y libertad. Esta es precisamente la disparidad de las culturas oriental y occidental presentada en la sociedad.