El nueve de septiembre del calendario lunar (que suele caer en la segunda o tercera década del mes de octubre del calendario gregoriano) se celebra la fiesta del Doble Nueve, fiesta tradicional china relacionada con la numerología. Desde la antigüedad, los números han estado envueltos por una aura de misterio. Los chinos de aquel entonces seguían los dos principios que regían el universo, el yin y el yang, para clasificar todo lo existente, incluidos los números. Como el nueve es un número yang, el nueve de septiembre se superponen dos yang, el del día y el del mes, de ahí que a esta fiesta se la llame también del Doble Yang.
Existe un relato acerca del origen de esta fiesta. En tiempos de la dinastía Han del Este (25-220), Huan Jing estudiaba taoísmo con Fei Changfang, un sacerdote taoísta. Un día el maestro predijo a su discípulo que el nueve de septiembre iba a producirse una catástrofe; la única manera de evitarla consistía en cargar a cuestas una bolsa de zhuyu (una planta aromática) y refugiarse en un lugar elevado. Desde entonces, la costumbre de ascender cada nueve de septiembre a un lugar elevado llevando una bolsa de zhuyu fue extendiéndose y transmitiéndose hasta llegar a nuestros días. A pesar del halo de superstición que rodea a esta fecha festiva, se percibe en la gente una sincera esperanza en la vida.
El nueve de septiembre, por tanto, es costumbre ir a la montaña, llevar zhuyu y admirar los crisantemos.
La subida a un lugar elevado tiene su origen en la ofrenda de sacrificios al Dios del Cielo que llevaban a cabo las etnias minoritarias del norte de la antigua China antes de salir de caza. La máxima altura y la mayor cercanía al cielo simbolizaban el grado de veneración al Dios del Cielo. Los intercambios culturales entre las nacionalidades fomentaron la transmisión de esta costumbre al centro de China y su ulterior transformación en la fiesta nacional del Doble Nueve o Doble Yang. Los amenos días de otoño en que se celebra la fiesta, caracterizados por el frescor del aire y la brillantez del sol, resultan ideales para subir a las montañas. La contemplación del magnífico espectáculo que se divisa desde sus cimas ayuda a aclarar la mente y a ensanchar el corazón. La faceta deportiva de la ascensión de montañas ha contribuido a su buena acogida general. Aunque el zhuyu carezca de la virtud mágica de prevenir los males, esta planta medicinal caracterizada por su intenso perfume sí es un eficaz repelente de mosquitos y otros insectos, por lo que resulta muy conveniente tenerla siempre a mano.
La época en que se celebra esta fiesta coincide con el florecimiento de los crisantemos. Por este motivo, en muchas ciudades se celebran grandes exposiciones de esta flor. La flor del crisantemo tiene, además, virtudes medicinales; en efecto, tomada con té, no sólo ilumina el corazón y purifica los ojos, sino que alarga la vida.