Por Valentina Bastías Atias

PUNTA ARENAS, Chile, 14 oct (Xinhua) -- Aprovechar el "barlovento" o viento a favor fue clave para los navegantes que a pulso cruzaron el turbulento Estrecho de Magallanes para recalar en el extremo austral de Chile, único polo comercial entre los océanos Pacífico y Atlántico hasta comienzos del siglo XX.

Un centenar de años después, las intensas ráfagas de hasta 100 kilómetros por hora permitirán a ingenieros y científicos generar electricidad y combustible limpio a gran escala en la ventosa región de Magallanes, cuyo inmenso potencial de desarrollo energético espera ayudar a frenar el impacto del calentamiento global en el planeta.

El presidente chileno, Sebastián Piñera, destacó hace unas semanas que su país podría "transformarse en líder mundial en la producción de hidrógeno verde", un "combustible limpio, transportable, competitivo y sustentable, que hará posible una gran reducción en las emisiones de CO2 (dióxido de carbono)".

Presentó también a la comunidad internacional el primer proyecto piloto "Haru Oni", de Highly Innovative Fuels (HIF), que contempla una planta de gasolina sintética a base de hidrógeno asentada en la Patagonia chilena, ubicada unos 3.000 kilómetros en ruta al sur de Santiago, entre dos mares que la aíslan del continente.

"El hidrógeno verde llega en un momento en que Magallanes más lo necesita", porque "somos una región dependiente de un solo recurso (gas natural), lo cual es complejo y requiere diversificar la matriz energética", autónoma del resto del país, dijo a Xinhua el académico de la Universidad de Magallanes y director del Centro de Estudio de los Recursos Energéticos (CERE), Humberto Vidal.

Recordó que en 2015, el gobierno y varios expertos se preguntaron qué ocurriría si se frena la producción de gas natural que abastece de electricidad y calefacción a los cerca de 170.000 habitantes de este gélido territorio, un epicentro nacional para la exploración y extracción de hidrocarburos, con sede principal en la ciudad puerto de Punta Arenas.

De esta forma, surgió a partir de un estudio la idea de canalizar el "gran potencial eólico" de Magallanes para empujar el desarrollo de hidrógeno, una materia prima ampliamente utilizada en procesos industriales y productivos, que se obtiene al separar las moléculas de agua con electricidad, y podría sustituir a los derivados del petróleo, carbón o gas natural.

Vidal, doctor en Ingeniería Mecánica, explicó que cuando este elemento se consigue a partir de energías renovables se apellida "verde", y se ocupa para elaborar amoníaco, metanol y gasolina sintética utilizada en camiones, trenes, aviones y barcos, los cuales son grandes emisores de dióxido de carbono a la atmósfera.

De acuerdo con la estrategia nacional, Chile busca liderar en 2050 la producción global de hidrógeno verde, un gas que aportaría entre el 17 y el 27 por ciento de las reducciones necesarias para alcanzar la carbono-neutralidad del país en 30 años, además de un ahorro acumulado de 15.200 millones de dólares.

Para Vidal, el "escenario ideal" para la producción de hidrógeno verde es la región de Magallanes, la más extensa y despoblada del país, con vastas superficies para instalar aerogeneradores y transformar los incesantes vientos de la Patagonia en un producto comercial y sustentable, que en un futuro podría llegar a exportarse.

Señaló que la gestión de grandes parques eólicos también beneficiaría directamente a los habitantes, ya que haría posible "el uso de cocinas eléctricas y artefactos de calefacción a electricidad" en esta zona remota, lo que ha despertado el entusiasmo de los magallánicos frente a esta industria promisoria.

Según un estudio del Ministerio de Energía de Chile, la región de Magallanes y la Antártica chilena podrían llegar a producir el 13 por ciento del hidrógeno verde del mundo, mientras que su generación eléctrica eólica anual podría superar en siete veces la matriz nacional.

Estas cifras han cautivado a los inversionistas extranjeros, y los proyectos relacionados al hidrógeno verde ya suman alrededor de 14 en la región.

Esto augura la creación de nuevas empresas y servicios para acoger una mayor demanda en Magallanes, lo que se traduciría en un fuerte desarrollo económico y del empleo en este territorio agreste, principalmente dedicado a los hidrocarburos, la ganadería y pesca, y el turismo.

En este escenario, Vidal anhela un creciente intercambio de conocimientos y un impulso al desarrollo de nuevas tecnologías a nivel local, para que así Chile pueda participar activamente en la cadena del hidrógeno verde, más allá de aportar con los recursos naturales necesarios para su producción. Fin