Tres décadas de reforma y apertura han convertido a China en una tierra próspera con estrechos vínculos con el resto del mundo. El compromiso de China con este esfuerzo no cambiará.
"La vía fundamental para el desarrollo de China es la reforma. China nunca cerrará la puerta que ha abierto al mundo, sino que hará más por la apertura", dijo el miércoles el presidente de China, Xi Jinping, durante su visita de Estado a Estados Unidos.
Las palabras del líder chino son la confirmación del compromiso del país con la reforma y la apertura, una forma confiable de lograr un crecimiento constante y de seguir siendo un motor clave del crecimiento mundial.
A través de la reforma y la apertura, China se ha convertido en la segunda mayor economía del mundo. En el primer semestre del año, China aportó alrededor del 30 por ciento del crecimiento económico mundial.
Conforme China se fortalece, sus habitantes se vuelven más ricos y más seguros de la forma en la que gastan su dinero. Su inquietud los ha llevado a viajar a casi todos los rincones del mundo. Y a dondequiera que van, compran.
El año pasado, 117 millones de chinos viajaron al extranjero. Como los mayores compradores del mundo, dejaron un billón de yuanes (157.000 millones de dólares) en el extranjero.
El crecimiento de China, basado en la apertura, será bueno para todo el mundo. En los próximos cinco años, se espera que el país importe bienes por valor de 10 billones de dólares. La inversión en otros países superará los 500.000 millones de dólares.
En el ámbito nacional, las autoridades están decididas a seguir adelante con la reforma para abrir paso a la vitalidad y conseguir una desaceleración controlada en un momento en el que la economía transita de ser dirigida por la inversión y la expansión crediticia a un modelo más sostenible encabezado por el consumo y la innovación.
Para lograr esto, se planearon 330 reformas en una reunión sobre políticas en 2013. Entre estas ambiciones, un principio es que la voluntad del mercado deberá ser decisiva en la asignación de los recursos.
Sin embargo, el camino de China no está libre de obstáculos. Con un mercado inmobiliario doméstico que se está enfriando y una caída de la demanda externa, la economía de China ha entrado en un ligero bache y creció a apenas siete por ciento en el primer semestre, el menor ritmo en cerca de 25 años y lejos de la expansión de dos dígitos de décadas anteriores.
La reforma ante estos grandes obstáculos nunca será fácil, pero el país no tiene miedo y los cambios estructurales tienen el potencial de revitalizar la economía mientras surgen nuevos factores de crecimiento.
El que el futuro de China es brillante no sólo es un idea compartida a nivel local, sino que también es una idea compartida por todo el mundo. En los primeros ocho meses del año, la inversión extranjera directa creció nueve por ciento para ascender a más de 85.000 millones de dólares.
Es una solemne promesa de China mantenerse concentrada en la reforma y la apertura, no sólo por su propio bien, sino también para beneficio del mundo. F