China ha prometido reforzar su lucha contra el terrorismo ante el letal ataque perpetrado en Urumqi el miércoles por la noche, pero una batalla aún más importante se debe librar en el frente de la unidad y la solidaridad.
Las noticias sobre el ataque terrorista en Urumqi, capital de la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China, han perturbado profundamente a la nación, que apenas se había recuperado del violento atentado ocurrido en la provincia de Yunnan dos meses atrás.
Según los últimos datos, tres personas murieron y otras 79 resultaron heridas, después de que los asaltantes atacaran con machetes a la gente a la salida de una estación de ferrocarriles de la ciudad e hicieran detonar explosivos.
Ninigún grupo se ha declarado responsable del ataque, sucedido justamente cuando el presidente chino, Xi Jinping, concluía una gira de cuatro días por la región.
No es coincidencia que los terroristas realizaran el ataque en ese momento.
El pasado sábado, antes de partir hacia Xinjiang, Xi declaró que China se enfrentaba a crecientes amenazas a la seguridad nacional y advirtió del peligro del terrorismo en una sesión de estudio en grupo del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China.
Xi ordenó que se hicieran esfuerzos por "erradicar a los terroristas violentos que se han inflado de arrogancia", y pidió a la sociedad china que construya un "muro de bronce y hierro" para combatir el terrorismo y "convertir a los terroristas en ratas que corren por una calle mientras todo el mundo grita '!Acabad con ellas¡'".
Incluso durante su visita a Xinjiang, el mandatario chino no se olvidó de la importancia del contraterrorismo, prometiendo aplicar una estrategia de "golpear primero" en Xinjiang para frenar a los enemigos e inspirar a la ciudadanía.
Algunos analistas creen que el ataque del miércoles, producido días después de los comentarios de Xi, tiene como objetivo desafiar la determinación del presidente, pero los terroristas se equivocan si piensan que un atentado semejante doblegará a una nación de 1.300 millones de habitantes.
En la mañana de ayer jueves, Xi declaró que "la batalla para combatir la violencia y el terrorismo no permitirá ningún momento de descuido, y se deben tomar acciones decisivas para suprimir el impulso de los terroristas".
Aunque las "acciones decisivas" que Xi ha ordenado son importantes, la unidad y la solidaridad serán fuerzas significativas para impedir el fenómeno del terrorismo.
Los líderes han destacado en repetidas ocasiones la importancia de la unidad étnica y han aumentado la atención concedida al bienestar de los residentes de la región.
Durante la gira por Xinjiang, Xi afirmó que la unidad y la lucha contra el separatismo son de la mayor importancia y de interés básico para todos los grupos étnicos de la región, e instó a los gobiernos locales a que se concentren en el desarrollo económico para mejorar la vida de la gente común y que destinen más recursos a aumentar el empleo, reducir la pobreza en las zonas rurales y proteger el medio ambiente.
Al tiempo que admitía la considerable atención que el presidente ha prestado a los asuntos concernientes al bienestar de la población local, Zeng Heping, investigador de la academia de ciencias sociales de Xinjiang, opinó que las instrucciones de Xi transmiten un importante mensaje: que la unidad étnica y el bienestar del pueblo son las claves para la estabilidad regional.
El ataque de miércoles no será probablemente el fin de los intentos que buscan perturbar la paz y la etabilidad social.
Por lo tanto, se tiene que construir un mecanismo a largo plazo para evitar similares actos de violencia sangrienta en Xinjiang en el futuro.
Podría hacer falta mucho tiempo para que Xinjiang suprima completamente las amenazas a su estabilidad. En este sentido, la unidad y la estabilidad constituyen mejores herramientas para construir el "muro de bronce y hierro" que China necesita.