Zhang Guangzhu y Wang Zhongjin
EN estos últimos cinco años, Zhang Guangzhu (65 años) y su esposa Wang Zhongjin (63) han recorrido 50 países y zonas del mundo, incluidos el Polo Sur, el Polo Norte, el monte Everest y el mar Muerto.
En lugar de quedarse en casa a cuidar a los nietos, ambos decidieron invertir más de 700.000 yuanes en viajar por el mundo. Han ganado buena salud, tranquilidad y muchos conocimientos. “Nuestra decisión ha valido la pena”, aseguran los dos.
Zhang Guangzhu trabajó en una empresa estatal y se jubiló en 2008. “Lo que hubiésemos hecho todos los días era quedarnos en casa o pasear por el pequeño jardín que está al frente. En realidad, no queríamos una vida así”, explica.
Ambos, de jóvenes, eran aficionados a las caminatas. Una vez, yendo a la garganta Hutiao, se encontraron con un extranjero que había llegado con, apenas, una guía turística en inglés. “Si un extranjero que no sabe chino podía llegar a un lugar tan alejado de China, ¿por qué nosotros no podemos caminar por los Alpes con un nivel básico de inglés?”, le preguntó Zhang a su esposa.
Después de cumplir su vida laboral, la pareja comenzó a hacer realidad su sueño de viajar por el mundo. En 2008, ambos recorrieron cada zona de los Alpes, en Alemania, Francia y Austria. Este periplo les dejó muchas alegrías y no querían dejar de hacerlo.
En 2009, viajaron 105 días en automóvil por Estados Unidos, Canadá, México y Cuba. “Para desplazarse en coche por América del Norte, uno no solo debe manejar bien, sino también conocer la leyes y los reglamentos de cada país. Con nuestro nivel básico de inglés, todo esto fue un desafío”, recuerda Zhang Guangzhu. Viajaron 52 días por Estados Unidos en un automóvil que tenía un sistema GPS en chino con el mapa del país. Recorrieron la mitad de sus parques nacionales.
En 2011, emprendieron un viaje de 108 días por el mundo. Cruzaron en seis oportunidades el Polo Sur y se toparon cuatro veces con las cuatro estaciones. Pasaron por Rusia, Nepal y la India. Este año, viajaron a seis países del Medio Oriente, incluidos Irán y Líbano.
“Así hemos podido conocer los paisajes, la cultura y la arquitectura de diferentes países. Todas las dificultades que hemos superado en los viajes nos han dejado recuerdos inolvidables”, asegura Zhang.
En Machu Picchu (Perú), Wang Zhongjin sufrió el síndrome de la altura y una gripe con mucha fiebre, por lo que debió ser tratada en un puesto de socorro. “Aunque solo nos comunicábamos con señas, pólizas y computadora con los médicos, mi esposa fue tratada a tiempo y se recuperó rápidamente. Por eso, creo que la barrera del idioma puede ser vencida con coraje, inteligencia y experiencia. En Brasil, al darse cuenta de que no sabíamos portugués, los agentes del metro nos acompañaron hasta la parada del autobús. Hemos encontrado mucha calidez en las personas y no nos preocupamos por el idioma”, manifiesta Zhang.
Ambos quieren viajar a Inglaterra, Japón e Israel, encontrarse con animales salvajes en la gran pradera africana y visitar las fuentes termales de Islandia. A través del microblogging y el blog desean compartir con los demás lo que han conocido sobre la política, la historia y la religión de los países a los que han llegado, así como sus paisajes, tradiciones y culturas. Por ejemplo, ambos han investigado mucho acerca de las civilizaciones egipcia, maya y china, y han publicado dos libros con las impresiones que les han dejado sus viajes.
Zhang Guangzhu tiene su propia opinión en cuanto al deseo de algunos jóvenes chinos de emigrar. Él cree que lo más importante es mantener el sentido de pertenencia a su nación, con el cual uno nunca se siente solo, ni inseguro. “Si bien hemos viajado mucho, creemos que nuestro país, China, es el mejor lugar para descansar. Aunque hay mucho por mejorar, con el esfuerzo de todos los chinos el país estará lleno de esperanzas”, finalizó.
Por HOU RUILI