El fracaso de los agoreros

Mientras China permanezca unida en la construcción de una sociedad mejor y más justa, seguirá en pie, no sólo a finales de este año, sino también durante siglos y milenios. Si algo colapsa, será el grupo de naciones gobernadas por el fundamentalismo de mercado.

China,América Latina, relaciones exteriores, 2012, economía, sociedad,

Por Andre Vltchek*

A pesar de haberse demostrado repetidamente que estaban equivocados, los propugnadores de la teoría del “colapso de China” han estado utilizándola para ganarse una parte del mercado. Un reciente artículo de Gordon G. Chang en ‘Foreign Policy’ es uno de estos ejemplos.

Incluso si no hay nada realmente “revolucionario” en los argumentos y previsiones de Chang, algunos políticos, medios y académicos occidentales están concediéndole una extraordinaria importancia. En su libro, “El próximo colapso de China”, Chang predijo que China caería en 2006. Cuando vio que China no sólo seguía en pie, sino que se desarrollaba a un paso acelerado, modificó su “profecía” ligeramente, otorgando unos años más de vida al país –hasta 2011.

Estamos en 2012 y acabo de salir de China (de Pekín, para ser más exactos) tras pasar unos maravillosos días allí. El país parece estar lejos de colapsar. De hecho, está a miles de kilómetros de distancia respecto a la mayoría de las capitales occidentales con sus enfadadas e insatisfechas masas frustradas por el malestar social. Tras percatarse de que, obviamente, China ha desafiado una vez más sus amargas predicciones, Chang se ha disculpado ante sus lectores y ha trasladado el apocalipsis hasta el año 2012.

He aquí algunos de los argumentos que muestran cuán originales son las dotes de Chang, al menos desde una perspectiva conservadora mayoritaria occidental: “El boom global de las dos últimas décadas concluyó en 2008, China, que durante su era de reformas contó con uno de los mejores perfiles demográficos de cualquier país, contará pronto con uno de los peores. La fuerza laboral china se reducirá entorno a 2013, quizá 2014, una tendencia que eventualmente volverá poco competitivas las fábricas del país”. Por encima de todo, Chang argumenta: “El punto fuerte de China se ha acabado porque, en los últimos años, las condiciones que lo crearon han desaparecido o bien lo harán pronto”.

Lo fascinante es que Chang está de hecho redefiniendo qué es conservador y qué es progresista para que se ajuste a sus fines políticos e ideológicos. Él considera las reformas favorables a las empresas como “progresistas” y considera las reformas recientes de China, destinadas a beneficiar a la gente, como las más negativas.

Lo que Chang y los de su clase consideran lo más amenazante es el aciago reestablecimiento de “barreras al comercio internacional”. Para ponerlo claro, el bienestar de los chinos no les importa lo más mínimo. Lo importante para ellos es el acceso de las compañías occidentales al mercado chino. El eminente lingüista, científico cognitivo y activista estadounidense Noam Chomsky lo llama “el beneficio por encima de la gente”.

Chang olvida que vivimos en el siglo XXI, marcado por la “rebelión” de los países previamente sometidos por Occidente. Estos países están ahora persiguiendo exitosamente sus propios modelos políticos y económicos –Venezuela, Bolivia, Argentina, Ecuador y otros. En Europa y Estados Unidos, la mayoría de la gente se siente disgustada con el fundamentalismo promercado que ha secuestrado sus naciones, pero no pueden hacer mucho para cambiar el sistema. Están buscando alternativas, mirando hacia América Latina y China, pero también opciones propias.

Si algo colapsa, será el grupo de naciones gobernadas por el fundamentalismo de mercado.

China y América Latina están bien, gracias: tanto económica como psicológicamente. Están creciendo a tasas sorprendentes en una era de débil crecimiento global no para satisfacer a entidades empresariales, sino para mejorar las vidas de sus pueblos. Para ellos, la economía y el comercio son medios, no fines.

Este espíritu de unidad, solidaridad y entusiasmo es exactamente lo que hace a China exitosa e imparable. Es también lo que desespera y pone a la ofensiva a sus enemigos como anticipo a su derrota.

No hay duda de que el Partido Comunista y el gobierno chinos seguirán trabajando duro durante y después de 2012. Pero China y su pueblo deberían permanecer atentos y vigilantes contra los peligros que vienen de fuera: informes como los preparados por los derechistas no son sólo predicciones erróneas. Están bien planeados para dirigirse contra el sistema chino, en un intento por desestabilizar el país y confundir a su pueblo para romper el entusiasmo por construir una sociedad próspera.

No hace falta decir que la mayoría del pueblo chino quiere justicia social. Quieren construir un país igualitario y próspero para ellos y sus hijos. Las reformas en China son una respuesta lógica del gobierno a los deseos de su pueblo. Tal proceso es lo que se llama democracia, que de hecho se traduce como “el gobierno del pueblo”, no como “sistema político de estilo occidental”.

Mientras China permanezca unida en la construcción de una sociedad mejor y más justa, seguirá en pie, no sólo a finales de este año, sino también durante siglos y milenios. En el futuro, Chang y sus seguidores, así como otros que propugnan el colapso de China, elaborarán y modificarán sus bien financiadas pero futiles predicciones.

*Andre Vltchek es novelista, documentalista y periodista de investigación estadounidense.

Las opiniones expresadas en este artículo corresponden a su autor y no coinciden necesariamente con las de CHINA.ORG.CN. Publicado originalmente en China Daily.

Palabras clave : China,América Latina, relaciones exteriores, 2012, economía, sociedad,

Comentarios(Total 0 comentarios)

Mostrar todos

No comments.
  • Usuario Obligatorio
  • Tu comentario
  • Los comentarios inapropiados o irrelevantes serán suprimidos.