
(SPANISH.CHINA.ORG.CN) – El templo de Shaolin es el hogar legendario del Kungfu. Sin embargo, las milenarias artes marciales no son suficientes para enfrentarse a un enemigo como la polémica.
Durante los últimos años, este santuario situado en la provincia de Henan ha ocupado numerosos titulares en la prensa china con acusaciones de “sobrecomercialización” de un lugar que en el imaginario mundial es sinónimo de espiritualidad, meditación y retiro.
Esos valores parecen no ser muy acordes con la deriva que el lugar ha tomado en los últimos años, al mando de un abad, Shi Yongxin, que parece tener más de director de márketing que de monje. No en vano, los chinos lo suelen llamar “el monje CEO”. Y no les falta razón: Shi, 46 años, es responsable del registro de Shaolin como marca comercial y de convertir el monasterio en una suerte de parque temático invadido por turistas con gorras de béisbol y vendedores de souvenirs.
El no va más llegó cuando se publicaron en internet rumores sobre la vida privada del abad, afirmando que había sido detenido por la policía durante una redada mientras buscaba los servicios de una prostituta. La historia se extendió como la pólvora por la red, obligando al monasterio a emitir un comunicado en el que desmentía rotundamente los rumores y los calificaba de “pura calumnia”.
En otra ocasión el año pasado, el portal del monasterio fue atacado por un hacker informático, que publicó una carta falsamente escrita por el abad en la que afirmaba avergonzarse de haber puesto el templo sobre un camino sin retorno hacia la comercialización.
Fuera de los rumores y las acciones directamente dirigidas a erosionar la imagen de este monje, algunos hechos recientes no han contribuido a mejorar la percepción pública de Shi, como la foto en la que el abad aparece con un auto deportivo de lujo como premio del gobierno local por su contribución al PIB del lugar, o toqueteando un iPad en una sesión de la Asamblea Popular Nacional, legislatura nacional china de la que el monje forma parte.