Manuel Pavón Belizón (CHINA.ORG.CN) – El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y la primera ministra de Australia, Julia Gillard, desvelaron ayer miércoles en Canberra planes para incrementar la presencia militar estadounidense en el país austral. En concreto, Washington desplazará un total de 2.500 marines, que operarán desde una base militar en Darwin, al norte de Australia.
“Con mi visita a la región, quiero dejar claro que Estados Unidos está reforzando su compromiso con toda la región de Asia-Pacífico”, afirmó el presidente norteamericano durante una rueda de prensa junto a Gillard en la capital australiana, informa ‘The Sydney Morning Herald’ en su edición digital.
El nuevo despliegue estadounidense en Australia será el mayor desde la II Guerra Mundial y comenzará el año que viene; implicará también la llegada de barcos, aviones y vehículos, así como entrenamientos conjuntos para operaciones de combate, disparo, evacuaciones, ayuda en desastres y asistencia humanitaria, según el rotativo.
Sin embargo, como era de esperar, el movimiento de Washington ha provocado ciertas reservas en otro de los principales actores de la región: China. Obama, consciente de ello, afirmó en Canberra que “la idea de que tememos a China es errónea. La idea de que estamos buscando excluir a China es errónea” y añadió: “Damos la bienvenida a una China en ascenso y pacífica”.
Pero estas palabras no han tranquilizado, ni mucho menos, a Pekín. Liu Weiming, portavoz del ministerio de Exteriores chino, preguntado sobre el nuevo plan en una rueda de prensa, manifestó que este movimiento “no va en el interés de los países de la región”.
“Estados Unidos ha afirmado repetidamente que no tiene intenciones de frenar a China y ha expresado su apoyo a una China próspera y estable. Esperamos que Estados Unidos cumpla sus compromisos”, añadió Liu, según cita el diario pekinés ‘Global Times’. El portavoz chino de exteriores lanzó además una puya hacia Washington: “Puede que no sea apropiado intensificar y expandir las alianzas militares cuando la economía está aún en proceso de recuperación”.
En China, los analistas dicen ver clara una estrategia de contención y neutralización dirigida a China. Con bases militares ya instaladas en Corea del Sur y Japón, la nueva base en Australia sería un paso más para “rodear” a Pekín, según algunos expertos chinos, como Shi Yinhong, del centro de Estudios Estadounidenses de la Universidad Renmin, quien consultado por ‘Global Times’, afirma que la nueva base australiana acerca a Washington al mar de China Meridional, “un posible objetivo de su expansión”, según el profesor.
Otro de los países preocupados por la presencia estadounidense en la región es Indonesia, ya que la nueva base militar estará a tan sólo 820 kilómetros de sus costas.
Obama ha querido quitar hierro al asunto en Canberra haciendo referencia a lo necesaria que es China para evitar la proliferación nuclear en la península de Corea y reducir las tensiones, pero también sacó a colación temas como los derechos humanos, la política monetaria o la propiedad intelectual para atacar a Pekín y reclamarle que se atenga a las normas internacionales. El mandatario subrayó la necesidad de buscar oportunidades de cooperación para promover la comprensión mutua y evitar los “errores de cálculo”.
Obama, presidente “pacífico”
Durante su visita a Australia, Barack Obama también pronunció un discurso ante el parlamento australiano donde dejó contundentemente claro que Washington ya ha vuelto su mirada hacia Asia-Pacífico. Con las guerras en Oriente Medio y Afganistán llegando a su fin, “Estados Unidos mira hacia delante, hacia el futuro que debemos construir”, afirmó el mandatario, y añadió: “Que no haya duda, en el Asia-Pacífico del siglo XXI, Estados Unidos está totalmente presente”. Como colofón, sentenció: “Estados Unidos ha sido y siempre será una nación del Pacífico”.
Con estas palabras, Obama cimienta lo que ya había comenzado a mostrar en durante la cumbre de la APEC en Honolulu. El mundo está cambiando y el polo del dinamismo se está desplazando hacia el Pacífico y Asia, y Estados Unidos no está dispuesto a perder el protagonismo. En esa dinámica se inscribiría la creación de una zona de libre comercio transpacífica, una propuesta con la que Washington quiso marcar el paso de la cumbre APEC y dar señas de liderazgo e iniciativa. La idea ha sido acogida de manera desigual por los países de la región; algunos, como México, Canadá o Japón, han expresado su interés en formar parte del proyecto, mientras que otros, como el caso de China, no han mostrado demasiado entusiasmo.