Pero el espíritu emprendedor que su padre le inculcó desde que era pequeña la ha impulsado a aceptar los desafíos, en lugar de disfrutar simplemente de la vida, confesó.

Gracias en parte a la educación que recibió de su familia, Bai ganó aplastantemente la elección, con 450 de 461 votos posibles, porque muchos pobladores consideran que ella no será tentada por la corrupción como pueden serlo otros cuando tienen que vivir con el precario salario del líder del poblado, 30.000 yuanes anuales (unos 4.500 dólares). También creen que ella puede atraer inversión a Gaojie, gracias a la red de negocios de su familia.

Y estaban en lo cierto

Las 1.227 personas que habitan en el poblado poseen unas 277 hectáreas de tierras de cultivo, el 80 por ciento de las cuales están plantadas de dátiles rojos. Pero los ingresos provenientes de la producción de esta fruta reportaron apenas unos 100 yuanes per cápita en 2008.

Bai decidió que Gaojie podía construir una carretera alrededor de la montaña para exportar dátiles rojos y nuevas casas de procesamiento que podrían reportar mayores beneficios a sus habitantes.

La joven obtuvo de su padre y su tío una donación de un millón de yuanes para construir la vía y 500.000 yuanes más para las casas de procesamiento.

“No hay dudas de que su familia le ha dado un gran respaldo para sus éxitos, aunque los esfuerzos de la joven son también innegables”, señaló Zhang Baotong, experto en desarrollo económico y social de la Academia de Ciencias Sociales de Shaanxi.

Ser la líder del poblado, comentó Bai, comprende mucho más que la simple solución del problema de las inversiones. Ella también ha tenido que adaptarse a la vida rural de Gaojie, localidad que abandonó cuando tenía apenas seis meses de nacida.

“Como no tenía suministro de agua, tenía que traerla de un pozo que se encontraba a cientos de metros de mi casa. Tampoco tenía baño y debía ir a bañarme, cuando tenía tiempo, a casa de mis padres, en el centro urbano del distrito, a unos 40 kilómetros”, recordó.

Y algunas de las personas más viejas del poblado creen aún que los derechos de la mujer deben limitarse al interior del hogar.

“Al principio ellos no confiaban en mí. Trabajar como líder de la villa significa que tienes que pensar como piensan sus propios habitantes”, subrayó.

Para ganar su confianza, Bai trabajó junto con sus compañeros del poblado en la construcción de la carretera, la cual quedó lista en 2010.

“Cada noche, cuando regresaba a casa, estaba cubierta de churre y me sentía como un soldado de terracota acabado de desenterrar”, rememoró sonriente.

Después de dos años de trabajo en el poblado, Bai piensa presentarse a la reelección en 2012, porque, como ella dice, “Estoy más preparada que nunca para el cargo”.

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